Los principios, la moralidad, la ética, los valores, se llamen como se llamen a veces terminan siendo una carga demasiado pesada, hay que reconocerlo. Y esa voz que llamamos conciencia, aahh que desgraciada para aparecer en los momentos más inoportunos.
Porque díganme ustedes, ¿Cuántas veces no han querido ignorar los principios? ¿Cuántas veces no han querido comportarse como verdaderos desgraciados? En todo aspecto, en el trabajo, en las relaciones, con los amigos, con todo mundo. Si me dicen que nunca lo han considerando simplemente no les voy a creer. Yo por lo menos si que lo he pensado infinidad de veces, y miren que incluso he llegado a intentarlo…pero nada!.
¡Como duele ser gente decente!. No me he podido comportar como un auténtico cabrón sin sentimientos, sin conciencia. No he podido abusar del prójimo. No me he podido aprovechar de las ilusiones de la gente, de su ingenuidad, de su bondad. No he podido engañar para lograr satisfacer mis más bajas pasiones. Insisto en que lo he intentado, pero todo se queda en mi cabeza. De allí no salen las malas mañas ni las malas intenciones. Trato de obligarlas a brotar pero las muy infelices se resisten. Y regresa la condenada voz a decirme que no lo tengo que hacer. ¿Es qué no hay manera de callarla?
Siempre me pregunto como harán los demás para no escuchar su conciencia, o a la conciencia de los demás, porque ese es otro tema. Todos tenemos un moralista cerca que nos recuerda como comportarnos. Debería ser al contrario, debería ser un antimoralista que nos de ideas de cómo portarnos cada vez peor. Al final de cuentas somos animales, o no? La ventaja que tenemos es la imaginación, que también nos ayuda a encontrar formas creativas de ser unos malditos.
Pero yo no puedo. Ni a putas lo logro. Ya me aburrí de que digan que los buenos llegan de último, que a los demasiado buenos hasta los echan del cielo por pendejos, etc., etc., etc. Ahora quiero ser de los que dicen que los que hacen trampa ganan, que los buenos se van al cielo pero los malos a todas partes.
No se preocupen, no lo voy a hacer. No puedo, simplemente me resulta imposible. Ya está allí otra vez el inquilino llamado conciencia. Hasta me dice que borre este post. Pero no. No lo borraré. Reconozcamos que también llevamos maldad dentro de nosotros, aunque no podamos exteriorizarla. A gozar todo mundo. El que peca y reza empata.
¿A quién engaño? ¡Como duele ser gente decente!