jueves, diciembre 14, 2006

Casados contra Solteros. Una batalla épica anual.

A escasos 145km al oriente de la Ciudad de Guatemala se encuentra un pintoresco pueblecito, en la fértil tierra de Zacapa, de nombre Jumuzna, entre el Motagua y el Riachuelo (Río Jones), a la vera del camino, unos cientos de metros oculto de la carretera al atlántico. Un pueblo donde todos son familia aun sin serlo por consanguinidad. Un pueblo que recibe a todos con los brazos abiertos.

Allí, dos veces al año, a finales de Diciembre, se ve interrumpida la tranquilidad de sus pocas calles, pues se lleva a cabo desde hace unas décadas una cruenta batalla futbolística, los Casados contra los Solteros. En el formato de ida y vuelta, se juega el primer partido el fin de semana antes de la navidad y el segundo por lo general el 31 de diciembre. La única regla aparte de las normales del fútbol: Sólo puede jugar gente del pueblo, por derecho de sangre o por unión conyugal. En mi caso, tengo derecho de sangre, pues mi madre es originaria del pueblo. Mi padre, podía jugar por ser esposo de mi madre precisamente.

Hasta donde sé, nadie recuerda el año exacto en que empezaron a jugar el “Solteros contra Casados”, o “Casados contra Solteros”, como se le quiera decir, pero por lo menos se lleva jugando 30 años consecutivos. Se de algunos que jugaron en el equipo de los solteros y hoy en día ya son abuelos, como el Otto Morales por ejemplo. Cada año se entregan trofeos al ganador, al goleador y al portero menos vencido.

Bueno. El truco aquí es que no son simplemente dos partidos de fútbol comunes y corrientes. Son dos batallas campales, dos encuentros encarnizados. ¿Se acuerdan del cabezazo de Zidane a Matterazi? Pues aquí han ocurrido más de una vez y cosas bastante más violentas, llegando casi a los balazos. Recuerdo una vez, entré cuando faltaban como 10 minutos y me dieron un pase por la banda, yo estaba tan emocionado que hasta me imaginé como iba a celebrar el gol, claro, asumiendo que me permitieran llegar cerca de la portería, pero antes de darme cuenta el suelo desapareció de debajo de mis pies y mi vista alternaba entre el cielo y la grama. Cuando el movimiento se detuvo, quede tendido de espaldas viendo las nubes y al pararme pregunté qué había pasado. Uno de los casados me arrolló sin ninguna contemplación. Y eso es una de las cosas más suaves que he visto.

La iniciación en esta actividad suele darse alrededor de los 14 o 15 años para los solteros, y los casados cuando deciden dejar de vivir bien. Los casados son los que mas oportunidad tiene de incluir jugadores “extranjeros” pues cuentan con los esposos de las mujeres del pueblo, nativas o descendientes, mientras que nosotros los solteros dependemos únicamente de la cantera para reponer las bajas del equipo. Yo jugué por primera vez, bueno, eso es decir mucho, para ser mas correctos diría que ingresé al campo durante uno de estos partidos por primera vez en el año de 1992, cuando tenía 15 añitos recién cumplidos.

Deberían ver el ambiente. El pueblo se llena con todos los que viven en la capital y algunos que viajan del exterior para estar presentes. Hay música, cohetes, bombas, tragos, de todo. Algunos años se estrena uniforme. Recuerdo uno de los Casados que fue personalizado, cada uno tenía un escudo alusivo a su actividad laboral y una frase descriptiva. El de mi padre, quien era abogado, tenía una pluma y un libro y su frase decía: “Jumuzneco por ella y mis amigos”. El de otro de los casados decía “Vine a Jumuzna y me quedé”, y cosas por el estilo. El de nosotros los solteros decía “Solterito Puro”.

Frente al campo está “la tienda de la Olga”, sitio que sirve como vestuario para los dos equipos y donde se dan las instrucciones tácticas a las alineaciones. Antes del juego se dicen algunas palabras, se recuerda a los que han partido al otro mundo durante el año, se agradece la presencia de la gente, se pide tranquilidad y juego limpio a los jugadores y se da el pitazo inicial. Con el pitazo se olvidan los buenos deseos, se acaban los lazos familiares y enfrente solo queda el enemigo. Por costumbre la gente suele apoyar a los solteros, aunque los casados también llevan su buena porra.

Los casados se dirigen solos mientras que los solteros cuentan con la dirección técnica de Robidio, un señor que dejó de jugar hace años pero que desde entonces, aparte de ser dueño del terreno donde está el campo, dirige técnicamente al equipo. Un gran estratega. Prueba de ello es que los años que yo participé evitaba al máximo incluirme en la alineación titular.

Una vez concluidos los primeros dos tiempos, es decir, el partido completo, empieza el tercer tiempo, la parte mas alegre del juego, donde otra vez revive la unión y los dos equipos por igual se vuelven a la tienda-vestuario a celebrar un año mas haber cumplido con la tradición, pudiendo llegar a amanecer acompañados por una guitarra, muchas cervezas, chicharrones, yuca cocida y tortillas.

En esta tradición futbolística ha participado cantidad de gente, llegando a contar con verdaderos símbolos y autenticas instituciones dentro de ambos equipos. Otto, Ervin, Gilberto, Mynor, La Chiva, Mi Viejo, entre algunos de los casados. El Porosoco, Giovanni y Gerson entre los solteros. Y menciono a estos tres solteros porque son los mas viejos en participar. Salvo el Giovanni que tiene mi edad, los otros dos pasan los 30 con bastante ventaja.

Este año, luego de 5 años de ausencia, volveré al pueblo a presenciar tan alegre tradición, y digo presenciar, porque participar en los primeros dos tiempos sería poner en riesgo mi salud, considerando mi avasalladora figura, mi escultural cuerpo y mi devastadora condición física. El simple hecho de ponerme el uniforme ya sería casi un deporte extremo, jajaja. Pero bueno, una cosa si es segura. Voy a dar mi mejor esfuerzo en el crucial tercer tiempo. De momento, aquí les dejo un par de fotos de los Solteros, con 10 años de separación. La primera, sacada de un video de hace 12 años.

De pie:
Douglas, Valmer, Cristian, Baldemar, Jorge, Manuel Aldana, Danilo, Miltón, Manuel Interiano, Bresney, Estuardo y Gerson.

Sentados:
Joliver, Giovanni, Andy (sí, el mismísimo yo), Edgar, Edwar y Juan Carlos (la cangreja Rossell).

De esta alineación solo quedamos tres solteros. Gerson, Giovanni y yo.



De pie:
Horacio, Luís Francisco, Otto Jr, Christian, Esbin, Renato, Fernando, Gerson.

Sentados:
Javier, Ángel (El Porosoco), Elvis, Selvin, Giovanni.

Esta foto se tomó un par de años después de irme de Guatemala, de hecho yo todavía utilicé ese uniforme en el 2001, la número 12 en honor a mi viejo. De esta alineación ya se casaron como 4 más.

miércoles, diciembre 06, 2006

El Ruletero se fue para Guatemala.

El Ruletero se ha embarcado en una nueva travesía, razón por la cual ha estado un poco descuidado en la actualización de sus paradas frecuentes. Pero aquí estamos ya listos para tratar de mantener el paso acostumbrado.

De momento el Ruletero andará carrereando por las calles guatemaltecas, hasta mediados del otro mes más o menos, y sobre todo tratando de acostumbrarse y de no meter mucho las patas con los cambios, la construcción del transmetro, las vías, el tráfico ingrato, los maniáticos que solo andan buscando con quien pelearse, y la línea roja de no estacionar que vine a encontrar enfrente de mi casa. Casi me pasé llevando a los de Emetra en el obelisco porque nadie me había dicho que ya no se puede pasar recto por arriba desde Liberación hacia la 20 calle.

El asunto es que después de dos días intentando llegar que incluyeron dos horas extremas en la oficina, tres horas de camino para llegar al aeropuerto, una hora de los trámites correspondientes, cuatro horas de espera antes de que nos confirmaran que no íbamos a volar ese día, otras tres horas de espera mientras los de la aerolínea se ponían de acuerdo sobre que hacer con nosotros, media hora para la asignación de un nuevo boleto para el día siguiente con su correspondiente cambio de línea, media hora adicional en camino al hotel, que decía ser de tres estrellas pero que fácil le sobra una o dos. Una hora de espera para la cena, cinco horas de intentar dormir, una hora de espera por el bus del aeropuerto, hora y media de trámites y pago del exceso de equipaje que no tenía que pagar en la primera línea pero que la segunda fue inflexible al respecto, tres horas mas de espera, cinco horas de vuelo, una hora mas de espera acompañados de un amable agente de seguridad del aeropuerto de la capital de nuestro vecino del norte, dos horas mas de vuelo y una hora mas de recuperar equipaje, salir del aeropuerto y pelear con el tráfico, por fin llegué y cómo les decía, por aquí estaré.

A los panas en Venezuela, me alegra que las elecciones, independientemente del resultado, se hayan desarrollado en paz, así que disfruten la gaita y las hallacas, además de matarse a caña unas cuantas veces en el mes. Ya nos veremos en enero.

A los cuates aquí en Chapinlandia, déjenme un comentario y nos ponemos de acuerdo por si tienen planes para alguna malcabrestada, jajaja. También envío mis disculpas desde aquí a Sirgt y los que se iban a reunir en 4grados el viernes, pero como indiqué arriba, vine un día mas tarde de lo esperado, así que si hay convivión ahora si me avisan.