Oficialmente se declara el día de hoy como el regreso del Ruletero. Ustedes creyeron que ya se habían librado de mí y mis desvaríos, pero no, no soy tan fácil de desaparecer. Así es, a pesar del auto inflingido aislamiento que en unas horas cumpliría dos meses, de los cuales 54 días fueron pasados en Guatemala, una vez mas el Ruletero sale del estacionamiento con un tanque lleno del combustible llamado ilusión, con el respectivo aditivo conocido como alegría.
Han pasado unos cuantos días ya, y casi tres lunas llenas, desde que me senté por última vez a escribir en serio para el blog, que ya no es mío, sino de ustedes que lo leen. Fueron días en los que reviví mi vida pasada, mis andanzas anecdóticas en nuestra querida Guatemala. Entre que en la oficina me debían vacaciones y que yo me paso de suela a veces, en lugar de ser 17 días hábiles de vagancia fueron esos 54 días calendario los que me arrancaron del teclado.
Antes de continuar, quiero extender mis disculpas a todos los que leen el Ruletero comenten o no y a todos los compañeros blogueros, pues a todos los deje abandonados. Mencionaba en el primer párrafo mi aislamiento, y es que estando en mi casa, en mi tierra, con mi gente, no me nacía la más mínima gana de abrir la computadora. Una vez leí que mientras más interesante se vuelve tu vida real, mas en el abandono queda tu blog. A saber qué putas ¿va mucha?
Pero bueno, a manera de resumen, les diré que esos días en Guatemala fueron grandes. Me puse tres o cuatro papalinas de buen nivel pero sin llegar a escalas legendarias como las de antaño. Les dediqué la mayoría del tiempo a mi madre y mis hermanos, regalándome ellos con incontables momentos de placer espiritual, sentimental, nostálgico y hasta gastronómico, hasta el sublime punto de tomarme una cerveza con mi Madre mía de mi Alma a la orilla del Lago de Atitlán. Bautizamos al Sebastián, mi sobrino, aunque contrario a lo que dice Arjona, aquel ya tiene 3 meses (para hoy casi 4), nosotros si le avisamos y no hubo piñata. Me reuní con grandes amigos pudiendo rastrear lazos de amistad hasta años tan lejanos como 1984, que trajimos al presente durante la reunión de la promo del Infantes.. La parranda-concierto navideña donde
Pero bueno, hay historias del viaje que iré contándoles en sus posts particulares para que vean alguna foto perdida por allí. No se me ocurre que agregar en este post, solo quería terminar contándoles que el 31 de diciembre estuve a punto de borrar el ruletero para siempre, pero al final se me quitaron esas ganas autodestructivas. Aquí sigo por un tiempo mas, aunque no sepa cuanto, pero mientras reitero mis agradecimientos a todos los que no han renunciado a leer esto esperando algún día encontrar algo que compense el sacrificio.
Salud señores.
(Nota: Ya configuré otra vez mi lector de feeds)