Si, hoy en el Día del Padre, quiero desde El Ruletero enviar un mensaje. Pero este mensaje no es para los Padres en su día, no es para los papás. No. Al contrario, quiero enviar un mensaje a los hijos. Sobre todo a aquellos hijos que aun cuentan con su padre en esta tierra.
Quiero decirles a esos hijos que deben apreciar sobre manera el beneficio de tener a sus Padres aun con ustedes. Es cierto que no todos han tenido la suerte de contar con un Padre como el mío, Don Pedro, ejemplo de honradez, de integridad, de entereza, de caballerosidad donde los haya. Pero un Padre es un Padre y la mayoría de las veces es una bendición contar con ellos.
Quiero decirles a esos hijos, hoy, 17 de Junio de 2007, que deben dejar de celebrar a sus padres únicamente en este día. Tiene que ser una celebración permanente.
A los que ya han perdido a su Padre igual que yo, que honren su memoria, su enseñanza, su guía. No hacerlo solo causa que nuestra propia vida sea insignificante y sin sentido.
Yo perdí a mi Padre, perdí a Don Pedro, el 17 de Junio de 1999, hace hoy exactamente 8 años, alrededor de las 10 de la noche. Un día del Padre como cualquier otro, pero que para mí, lejos de representar la festividad del progenitor, representa el día que el destino, Dios, o como quieran llamarlo, se llevó de esta tierra a mi papá, a mi guía. Aun hoy, aunque ya han pasado esos 8 años, para mí este es un día difícil. Para mí, este es un día en el que no encuentro ningún motivo de celebración.
No creo que ni siquiera cuando yo sea un padre, pueda encontrar regocijo en esta fecha. Porque mi viejo, Don Pedro, no tenía que irse. Porque, citando todos los clichés de las canciones típicas de este día, yo no tuve la oportunidad de ver como a mi Viejo se le ponían los cabellos blancos. Yo no pude ver como el rostro de mi Padre era enmarcado por las arrugas. Yo no pude acompañar a mi Papá mientras su andar se hacía lerdo, mientras caminaba con pasos lentos, porque Don Pedro no tuvo oportunidad de envejecer. Se fue de esta tierra apenas a los 48 años. Y eso en realidad pone a prueba mi educación cristiana católica. Pone en tela de juicio las creencias dogmáticas que nos inculcan. Y no acepto que un poder superior se lo haya llevado.
Momento…estoy siendo egoísta. Porque no solo yo lo perdí. Lo perdieron mi santa Madrecita y mis adorados hermanos, sus hermanos y hermanas, sus amigos, y todos aquellos que llegaron a conocerlo.
Pero no quiero ahondar en este tema. Aquí en el Ruletero ya lo he hecho y hoy no me sale del alma. Porque he dedicado estos días a meditar en sus enseñanzas, en su ejemplo, en su vida.
Me duele, eso es imposible negarlo o tan siquiera ocultarlo. Me duele porque Don Pedro hubiera sido un abuelo genial, porque Don Pedro me hubiera indicado el camino a seguir. Si el hubiera estado a mi lado, es casi seguro que yo no estuviera lejos de mi Madre, de mis Hermanos, de mi Familia, de mi Tierra, de mis Amigos.
Pero la vida es así. Por eso reitero el mensaje a esos hijos que aun cuentan con su Padre, entiéndanlo, aprovéchenlo, ámenlo.
No quiero seguir, pues sobre Don Pedro podría escribir por la eternidad, pero quiero decirle, Papá, cómo ya lo he hecho antes, que estoy de pie y si algún día las lágrimas traicionan la integridad de mi rostro, quiero que sepa que son lágrimas de hombre, que ruedan por un rostro erguido, con la frente en alto, viendo hacia delante y apoyándose en lo aprendido años atrás.
A todos mis lectores, no me queda más que agradecerles por estar allí, por seguir leyendo. En unos días el Ruletero retomará su talante alegre, chingón, cínico si se quiere, pero hoy no puedo hacerlo. Gracias a todos desde ya por sus comentarios.
Madre mía de mi alma, Manita y Manito, fuerza. Ustedes son la fuerza que hace que me mueva.
Papá, que allá arriba, junto con los abuelos, las abuelas y
Aquí les dejo las canciones más representativas del día. Abrazos a todos.
Mi querido, mi Viejo, Mi amigo.
Viejo, mi querido Viejo.