lunes, noviembre 10, 2008

¡ Como huevos de chucho !

Colgando y hasta atrás mis estimados amigos, colgando y hasta atrás. Así suele ser la incómoda manera en la que se viaja ya no solo en horas pico sino casi todo el día en las famosas unidades del trasporte colectivo de nuestra ciudad. Antes de continuar, ofrezco mis disculpas porque no voy a tratar todo lo malo que pasa, pues esa realidad cotidiana nos asfixia a cada momento, y la idea es dejar este rincón como un pequeño escape al respecto.

Pero bueno, entrando en materia y antes de que me saquen la madre, yo ya tengo varios años de no subirme a una camándula o a un ruletero, sobre todo desde que me fui de Guate, pero antes de eso eran el pan nuestro de cada día, como tardé un montón en tener un carrito y cuando lo tuve pasaba mas tiempo descompuesto que funcionando, pues no había mas opción.

Díganme ustedes, ¿qué no pasa en una unidad del transporte público? Se puede conocer gente, sentir todo tipo de fragancias y olores corporales, iniciar amistades y romances, meter mano, que le metan mano a uno (cosa halagadora siempre que lo haga alguien del sexo opuesto y no sea para bajarte la billetera), comprar medicamentos milagrosos, útiles de oficina, libros y toda una gama de productos de primera “calidá”. Y según qué rutas tomemos hasta vivir alguna que otra emoción al amparo de la velocidad indiscriminada y la gravedad, como las que van del Campo Marte a Vista Hermosa, replicando con exactitud la sensación de subirse a una montaña rusa.

Me acuerdo que antes si se podía diferenciar entre la Camioneta y el Ruletero, siendo estos últimos aquellos microbuses donde había que correrse pues al asiento para dos, donde ya iban tres, le cabían cinco. Y sobre todo se caracterizaban por rutas más cortas y rápidas, pero también por una tarifa más cara. Por lo menos era así cuando yo los empecé a usar ya solo, durante cuarto primaria, un ya lejano 1987, cuando se pagaba 10 centavos por la camioneta, y 15 por el ruletero. Miren que de allí para esta época unas cuantas cosas han pasado. Lo que nunca entendí fue porque eran el objetivo primordial de la quema siempre que había manifestaciones. Si la manifestación era por que le querían subir al pasaje, pues vaya y pase, pero muchas veces las manifestaciones no tenían ninguna relación con el referido servicio y de todas formas eran los primeros en recibir su tambito de gasolina y su fosforo, Los que tenían tiempo cortaban el servicio y a esconderse, poniendo a parir a todo mundo, porque como regresaba después uno a su casa, poniendo un pie delante del otro sucesivamente.

Anécdotas han de haber un montón, me acuerdo de una vez en plena Avenida Reforma, el de la 2 negro venía peleándole el pasaje al de la 14 rojo hasta tal punto que casi se chocan entre ellos enfrente de Bancafé, el de la 14 le atravesó la burra al de la 2 (yo iba en la 2) y se bajaron a partirse la cara, con el respectivo pasaje apoyando a su respectivo piloto, jajajajaja. Se pegaron una vergüiza esos dones de cuidado, y es que no me dejarán mentir, pero quien putas se iba a animar a entrarle a los catos con dos camioneteros de antes, que según recuerdo eran unos pisadones macizos a los que no les calaba ni un batazo, aunque si mas educados que los de ahora, eso hay que reconocerlo. Al final cada uno se subió a su camioneta y siguieron su ruta.

Vivía una chava como a dos o tres cuadras de mi casa, que tenía que tomar la camioneta en la esquina de mi cuadra, porque allí estaba la parada. Estudiaba ella en el Belga. Fue durante los dos años del bachillerato eso, que me tenían a mi, con lo que me cuesta levantarme, esperando la camioneta media hora antes de la hora solo para verla repitiéndome que ese sería el día que le hablaría, pero como siempre he sido mero chiviado, jamás le hablé, jamás supe su nombre y me limité a verla casi todos los días durante aquellos dos años hasta que los dos nos graduamos. Hace unos años la ví en un supermercado con su chiricito en brazos, aunque creo que ya no vive por donde mismo.

Otra vez, y en honor al título del post, salí tarde de la U y me logré encaramar en uno de los últimos ruleteros de la noche, solo con un pie apoyado en un pedazo de grada y una mano en la ventana. El resto en el aire. El cuate se creía Alain Prost creo yo, porque agarró la vuelta del Obelisco con enjundia, tanta que si no me echa una mano otro cuate que iba mejor agarrado, salgo volando hacia la Avenida de las Américas.

Total que no recuerdo en que momento los ruleteros y las camionetas dejaron de diferenciarse. En algún momento le rebajaron el tamaño al ticket, y le subieron el precio al pasaje. Primero de 10 a 15 centavos. Después a 25. Un tiempo después a 40. Después a 1.10, pero la gente lo redondeó a 1 quetzal. No me acuerdo cuando desapareció la 15 y aparecieron un montón de 40s. Mas o menos al mismo tiempo que se esfumó la 7 y aparecieron un morongo de 70s. Y las pintaron de rojo. Y trataron de uniformar a los conductores. Y quemaron algunas. Y desaparecieron rutas. Y les puso competencia el metro bus. Y desapareció el metro bus. Y volvió a aparecer. Y llegó el transmetro. En la parada porfa.

4 comentarios:

Alexia dijo...

Orale vos! yo me acuerdo que mi hermana me llevaba a su trabajo alli por la reforma, y siempre nos subiamos en un ruletero chiquitio anaranjado, (no me acuerdo del numero ni ruta) pero era de esas tipo minivan, con puertas corredizas, y en la subida de la sexta avenida para agarrar la reforma casi que daba vuelta.

Ya ultimamente los choferes de los ruleteros en los que anduve, me hacian reir, porque siempre se sacaban sus trapitos al sol y lo hacian con cada mulada, que pa que te cuento, aunque tambien me salve de los choques especialmente alli por metronorte, porque como que agarran aviada esos ishtos que ni siquiera tienen edad para la licencia y ya tienen tipo A.

Una ma~ana ya subida en el ruletero, uno de los ayudantes entro gritando que nos bajaramos si queriamos vivir, porque se le podia meter una basurita en el ojo al chofer. (el chofer era tuerto)

Anónimo dijo...

Cuando empezaban los metrobuses, me acuerdo que el que llegaba a mi casa era el 204. Pues el primer día que me subí a uno, aquello brillaba y estaba nítido, yo sin mayor cosa que hacer, dispuse ir a pasear por la ciudad. Yo vivía al final de la roosevelt y fuí a para al parqueo de los metrobuses en la Atlántida, al estar sola entre docena y media de choferes me asusté un poco y el que manejaba el que yo había tomado me dijo "Seño, yo creo que se le pasó la parada. ¿Sabe que? Le voy a hablar a aquel cuate que va para la Muni, para que se la lleve de gratis y así se pueda ir a su casa" Ahhh, tiempos aquellos... Ahora no bajo ni el vidrio de mi carro.
Yas

Anónimo dijo...

mano, que buen post. me cague de la risa, jajaja.

ud si sabe del sistema de transporte publico

Jorge dijo...

Veamos ! Dijo un ciego... ¿donde quedaron la 21 bolivar y la 21 terminal? Me recuerdo que después del colegio me daba la vuelta por el Burger Shop que estaba a la par del Gran Centro Comercial de la zona 4 (actualmente olvidado por todos) y pasábamos luego por las mixtas Frankfurt... las de la esquina.. mmmmmm que delicia.. aunque nunca las probé.. si las "huelí". Se subían, si les paraba la camándula, un par de chavas del María y luego todos rezando porque no se fuera a empotrar a Guatel de la zona 8 cuando daba la vuelta el pinche "Meteoro". Ah, que días aquellos. Gracias por las remembranzas.