Quedé de juntarme con dos grandes amigos de tiempos del colegio, y sin que yo lo propusiera, ellos mismos dijeron que el mejor lugar para ir a tomarnos unos tragos era el “mítico templo del rock nacional”, en la zona 4 de la Ciudad Capital. Hacia allá dirigí a mi tía, que fue quien me pasó dejando pues aun no tengo ni carro ni la licencia nueva, cosas de la burocracia.
Total que entramos cuando recién habían abierto. Nos sentamos y pedimos una botella de ron. Después de algunos segundos, regresó la chica que nos había atendido, con cara de apenada nos dice que si podemos esperar un rato que llegue el dueño del lugar, pues sin querer se llevó las llaves del cuarto donde guardan las respectivas pescuezudas. “No hay problema” dijimos nosotros, y que nos traigan unas cervecitas mientras esperamos. Yo no había dicho que el tal dueño es uno de mis mejores amigos. Cuando aquel llegó, al vernos fue automático, dejó las cosas que llevaba y se fue directo a saludarnos, pero mientras lo hacía, se retorcía de la risa. Al preguntarle que qué le pasaba, cual era la causa de la risa nos dice: “ es que me llamó la chava que está atendiendo y me preguntó si ya venía llegando, porque había unos “SEÑORES” que querían tomarse una botella y necesitaban la llave”. ¿Unos Señores? Puta mucha, momento, si viejos no es que estemos, solo mal vividos nada mas, un poco potreados y tal vez con falta de mantenimiento, pero de eso a que parezcamos “señores” dista mucho, o por lo menos eso creía yo.
Al rato, después de reírnos bastante por lo de “señores” y que en el fondo nos afectó mas de lo que quisimos aceptar en público, nos dimos cuenta que en realidad no estaban tan equivocados los demás. Viendo un poco a la respetable concurrencia, nos dimos cuenta de que a pesar de nuestros reparos, en efecto éramos los mas señores. Y eso no fue todo, en cuanto empezó a tocar el grupo, con éxitos “del recuerdo”, algo de Motley Creu, un poco de Maiden, y cosas por el estilo, tuvimos que aceptar que fuimos privilegiados por vivir nuestra adolescencia al ritmo de aquella música cuando era nueva y que las canciones tenían mas años que los que las estaban tocando. Pero, pregunto yo, ¿a que no parecemos tampoco tan mayores? ¿Será? Aquello de “no es lo mismo los tres mosqueteros que veinte años después” ¿será cierto?
VIEJOS LOS CERROS Y TODAVÍA ECHAN PALITOS, hubiera dicho mi señor padre.
SALUD!!! Desde la tierra de la eterna primavera SEÑORES.