Allí, dos veces al año, a finales de Diciembre, se ve interrumpida la tranquilidad de sus pocas calles, pues se lleva a cabo desde hace unas décadas una cruenta batalla futbolística, los Casados contra los Solteros. En el formato de ida y vuelta, se juega el primer partido el fin de semana antes de la navidad y el segundo por lo general el 31 de diciembre. La única regla aparte de las normales del fútbol: Sólo puede jugar gente del pueblo, por derecho de sangre o por unión conyugal. En mi caso, tengo derecho de sangre, pues mi madre es originaria del pueblo. Mi padre, podía jugar por ser esposo de mi madre precisamente.
Hasta donde sé, nadie recuerda el año exacto en que empezaron a jugar el “Solteros contra Casados”, o “Casados contra Solteros”, como se le quiera decir, pero por lo menos se lleva jugando 30 años consecutivos. Se de algunos que jugaron en el equipo de los solteros y hoy en día ya son abuelos, como el Otto Morales por ejemplo. Cada año se entregan trofeos al ganador, al goleador y al portero menos vencido.
Bueno. El truco aquí es que no son simplemente dos partidos de fútbol comunes y corrientes. Son dos batallas campales, dos encuentros encarnizados. ¿Se acuerdan del cabezazo de Zidane a Matterazi? Pues aquí han ocurrido más de una vez y cosas bastante más violentas, llegando casi a los balazos. Recuerdo una vez, entré cuando faltaban como 10 minutos y me dieron un pase por la banda, yo estaba tan emocionado que hasta me imaginé como iba a celebrar el gol, claro, asumiendo que me permitieran llegar cerca de la portería, pero antes de darme cuenta el suelo desapareció de debajo de mis pies y mi vista alternaba entre el cielo y la grama. Cuando el movimiento se detuvo, quede tendido de espaldas viendo las nubes y al pararme pregunté qué había pasado. Uno de los casados me arrolló sin ninguna contemplación. Y eso es una de las cosas más suaves que he visto.
La iniciación en esta actividad suele darse alrededor de los 14 o 15 años para los solteros, y los casados cuando deciden dejar de vivir bien. Los casados son los que mas oportunidad tiene de incluir jugadores “extranjeros” pues cuentan con los esposos de las mujeres del pueblo, nativas o descendientes, mientras que nosotros los solteros dependemos únicamente de la cantera para reponer las bajas del equipo. Yo jugué por primera vez, bueno, eso es decir mucho, para ser mas correctos diría que ingresé al campo durante uno de estos partidos por primera vez en el año de 1992, cuando tenía 15 añitos recién cumplidos.
Deberían ver el ambiente. El pueblo se llena con todos los que viven en la capital y algunos que viajan del exterior para estar presentes. Hay música, cohetes, bombas, tragos, de todo. Algunos años se estrena uniforme. Recuerdo uno de los Casados que fue personalizado, cada uno tenía un escudo alusivo a su actividad laboral y una frase descriptiva. El de mi padre, quien era abogado, tenía una pluma y un libro y su frase decía: “Jumuzneco por ella y mis amigos”. El de otro de los casados decía “Vine a Jumuzna y me quedé”, y cosas por el estilo. El de nosotros los solteros decía “Solterito Puro”.
Frente al campo está “la tienda de
Los casados se dirigen solos mientras que los solteros cuentan con la dirección técnica de Robidio, un señor que dejó de jugar hace años pero que desde entonces, aparte de ser dueño del terreno donde está el campo, dirige técnicamente al equipo. Un gran estratega. Prueba de ello es que los años que yo participé evitaba al máximo incluirme en la alineación titular.
Una vez concluidos los primeros dos tiempos, es decir, el partido completo, empieza el tercer tiempo, la parte mas alegre del juego, donde otra vez revive la unión y los dos equipos por igual se vuelven a la tienda-vestuario a celebrar un año mas haber cumplido con la tradición, pudiendo llegar a amanecer acompañados por una guitarra, muchas cervezas, chicharrones, yuca cocida y tortillas.
En esta tradición futbolística ha participado cantidad de gente, llegando a contar con verdaderos símbolos y autenticas instituciones dentro de ambos equipos. Otto, Ervin, Gilberto, Mynor,
Este año, luego de 5 años de ausencia, volveré al pueblo a presenciar tan alegre tradición, y digo presenciar, porque participar en los primeros dos tiempos sería poner en riesgo mi salud, considerando mi avasalladora figura, mi escultural cuerpo y mi devastadora condición física. El simple hecho de ponerme el uniforme ya sería casi un deporte extremo, jajaja. Pero bueno, una cosa si es segura. Voy a dar mi mejor esfuerzo en el crucial tercer tiempo. De momento, aquí les dejo un par de fotos de los Solteros, con 10 años de separación. La primera, sacada de un video de hace 12 años.
De pie:
Douglas, Valmer, Cristian, Baldemar, Jorge, Manuel Aldana, Danilo, Miltón, Manuel Interiano, Bresney, Estuardo y Gerson.
Sentados:
Joliver, Giovanni, Andy (sí, el mismísimo yo), Edgar, Edwar y Juan Carlos (la cangreja Rossell).
De esta alineación solo quedamos tres solteros. Gerson, Giovanni y yo.
De pie:
Horacio, Luís Francisco, Otto Jr, Christian, Esbin, Renato, Fernando, Gerson.
Sentados:
Javier, Ángel (El Porosoco), Elvis, Selvin, Giovanni.
Esta foto se tomó un par de años después de irme de Guatemala, de hecho yo todavía utilicé ese uniforme en el 2001, la número 12 en honor a mi viejo. De esta alineación ya se casaron como 4 más.