jueves, junio 29, 2006

Del mundial y algo mas.

Estaban echando la casaca dos ilustres personajes, el chinto y el bolo, muy emocionados con el tema, el mundial. Esta es más o menos una recreación de la mencionada plática.

El Chinto: Ha estado bueno el mundial va usté. Lo único es que esos de Brasil si pa que mi chile, no han jugado con la capacidad que de verdad tienen.

El Bolo: Si usté, aunque a mi de este mundial los que no me tienen muy contento son los narradores, porque han estado meros malcriados, que uno diga sus malas palabras no importa, porque total no hay nadie oyendo, pero esos pisados que hablan en la tele si nel, deberían respetar mas.

El Chinto: ¿Y qué putas dijeron pues?

El Bolo: No mira pues que dice uno: “Argentina y Serbia se preparan para un partidazo y que se chinguen”. Pero eso no fue todo, también oí hace unos días que decían “Inglaterra y Ecuador se la juegan toda y Es Puta”, a huevos si se deja jugar toda la fulana es que si ha de ser mera larga, pero en la tele no se puede hablar así -.

El Chinto: Usté si es bruto vaaa. En primer lugar con lo de Argentina no dijeron “un partidazo y que se chinguen”, dijeron “un partidazo en Gelsenkirchen”, pedazo de animal, y con los otros dijeron “Se la juegan toda en Stuttgart”, no Es Puta, burro. Como va a creer.

El Bolo: A pues cualquier cosa es posible. Porque sobre todo con la tecnología usté, no mira pues que me contaron por allí que los gringos iban a jugar con caites de látex. ¿Eso de látex es hule va usté? Ha de ser pa darle mejor a la pelota.

El Chinto: Si, para eso ha de ser. Nooo mula, no dijeron ni mierda de unos caites de látex, lo que dijeron es que los gringos iban a jugar en Kaiserslautern, animal.

El Bolo: Aahhh, entonces es no muy que oigo bien usté, lo que pasa es que tenía unos mis farolazos de más. Lo que si me confundió es que dijeron “Muchis, a la Frankfurt y después a la Colonia Berlín”, de plano que la mara debe tener hambre, se va a pasar echando una su mixta allá en la Frankfurt de la 12 avenida y 8va. calle y después agarran para Mixco.

El Chinto: No se pase de mula pues, con usted si no se puede. No dijeron nada de eso, estaban hablando de las otras ciudades donde se va a jugar, Munich, Frankfurt, Colonia, Berlín.

El Bolo: Ah, entonces muy shecas no son esos alemanes usté por que hasta los nombres nos han copiado los culeros.

El Chinto: Mire mano, mejor hágase sho que ya van a empezar los himnos y este si va a ser un partidón pérez. Sáquese una frías pues!!! Gooooooool.

lunes, junio 26, 2006

De trompos, cincos, pelotas y demás instrumentos.

“Esos si eran tiemposshhh mijito” dirían los viejitos. Nuestros juegos, juguetes y demás entretenciones cuando éramos chirices, ishtos, patojos, ichocos o similares.

Los juguetes artesanales eran de mis favoritos. Un buen trompo, a los que dedicábamos horas y más horas, hasta que éramos capaces de destruir el trompo del más cleto, o de hacer algún truco con ellos. Pero la mara como a veces es mera pilas, nos dio por jugar lo que llamaría Trompo-Xtremo, ya que no se nos ocurrió mejor idea que afilar el clavo en la punta del trompo y tratar de tirárselo a los pies de alguien, siempre había ganancia porque aunque no diera con el clavo un trompazo en el pie o la espinilla no dejaba de ser un gran putazo, sobre todo si era un trompo echo con palo de guayacán como los de oriente, que parecían de cemento los culeros. Y como olvidar el gran capirucho, que también se nos ocurrió algo interesante con él. Había que ensartar el capirucho en el palito 10 veces seguidas, pero a quien no lo lograba, los otros tenían que darle una manada en el brazo por cada vez que le hubiera hecho falta. Allá iban los cerotes con el brazo molido a trompadas.

¿Se acuerdan de los yoyos duncan muchá? Esas mierdas si eran bien tuanis, que el mariposa, que el profesional, que el neón, y no se cuantos mas. Duncan también hacía trompos pero como eran de plástico no aguantaban un buen trompazo con uno de verdad. Pues con el yo-yo también hicimos buenas muladas, cuando uno fallaba algún truco tenía que dejar dormido el yo-yo y los otros le tirábamos con los nuestros a tratar de partírselo, pero según quien fuera, previamente nos poníamos de acuerdo para no darle al yo-yo pero si a las patas del víctima, jajaja.

Pero para montar una buena chingadera no se necesitaba más que un hule y una naranja por cada participante. Ya se imaginan por donde va la casaca, así que si querían tener más municiones había que conseguir más naranjas. Todo era que el primer cerote pelara una naranja y la guerra empezaba en segundos. Y aunque no lo crean también ejecutábamos la versión Xtrema del hule, que consistía en sustituir las cáscaras de naranja por grapas, y mejor aun si eran de las grapas gruesas para pared. Meros mulitas los ishtos pisados, gracias a Dios no dejamos sin un ojo a alguien, o con tétanos por culpa de las grapas.

Para lo que era bueno era para los cincos muchá. A lo macho, tenía una mi bolsona heredada de mis tíos y morongazal más que ya eran míos o que los había ganado. ¿Se acuerdan de las señoras que se ponían en la octava calle entre novena y décima avenidas de la zona 1 a vender cincos? Había de todo tipo, tigrillos, ojos de gato, aceritos, y no se cuanta paja mas, pero el tata, o la nana mejor dicho de todos, era la chimbombona. Horas pelando las rodillas con los famosos cincos, pero si no había un lugar de tierra cerca había que parir para hacer el comix, sin dejar de tomar en cuenta las implicaciones sexuales del asunto, porque uno decía “una cuarta y hoyito mío!”, y si lo pensamos bien nos podríamos estar refiriendo a una minifalda, jajaja. Volviendo a la inocencia de los cincos, solo había que esperar el momento adecuado y se podía hacer levantazón de cuanto cinco estuviera descuidado en el suelo, digo, para ampliar la colección.

Y acordándome ya de los juegos de grupo, había también de todo tipo. El clásico Escondite, aunque siempre había un pisado al que nadie buscaba porque caía mal, eso debe traumar a la mara supongo, pero como en aquel tiempo nos pelaba, ahora también, jajaja. ¿A ustedes sí los encontraban? Piénsenlo porque a lo mejor no era porque fuera muy bueno su escondrijo. Tenta, si tenta, pero tentadera cuando uno jugaba con las chavas, que en mi caso no era muy seguido porque en mi cuadra no habían, solo cuando iba a otros lados como la colonia donde vivía el primo o al pueblo del abuelo, lo que me recuerda Placa Policía, o el Un, Dos, Tres Chiviri cuarta por mi y por todos, que aun hoy en día sigo sin comprender muy bien como se jugaban. Pero el rey de los juegos mixtos era el ArrancaCebolla, eso sí, había que asegurarse que tanto adelante como atrás de uno quedara una chava, porque si no se podían dar situaciones incómodas y mas de algún cerote todavía ha de batear a la zurda por culpa de eso. Casi se me olvida, Matado, donde uno agarraba con saña, alevosía, ventaja y en despoblado al pisadito que le cayera mal, y le rempujaba un pelotazo capaz de dejarlo cholco.

Con mi primo del alma también pasábamos horas con nuestras chingaderas en la calle. Enfrente de la casa de aquel hay un túmulo y lo usábamos de net para jugar PingPongPie, jajaja, pero daba un dominio del balón incomparable. En el garage de aquel jugábamos “Saliditas”, donde uno era el delantero y el otro el portero. Uno se ponía en cada extremo del garage y al hacer la seña o el chiflido salíamos corriendo hacia el otro. El portero se barría y el delantero tenía que tratar de meter el gol y esquivar al otro cerote que venía decidido a levantarlo hasta el techo de la casa del putazo que le iba a pegar. Cada 5 tiros había cambio de puesto. Otra entretención famosa era el TocaTimbre, y salir corriendo. Que gana de quitarle el tiempo a la gente, jajaja. Y la versión Xtrema era el ChingaTimbre, solo que allí si llevamos mas de algún buen agarrón de la electricidad, jajaja. Un cuate, mero vándalo el pisado nos enseño como romper bombillas sin dejar chayes, poniendo una palangana bajo la susodicha bombilla y moviéndola hacia un lado. Y que los gatos cerotes se cuidaran cada vez que caía en nuestras manos alguna pistola o rifle de balines. Una vez que si estábamos aburridos inundamos la sala de la casa de aquel porque en el patio encontramos la punta de una manguera enterrada y como queríamos saber para donde iba a los mulitas no se les ocurrió mejor cosa que ponerle la punta de la manguera que sí estaba conectada al chorro, para ver donde salía el agua, sin contar con que la que estaba enterrada no era una manguera técnicamente hablando, era un ducto por donde iban a meter el cable y tenía la salida en plena sala. Mi tía y mi mamá se enojaron pero salimos corriendo y regresamos cuando ya se les había pasado.

En cuanto a los juegos de equipo por mi casa se podía jugar de todo en la calle. A veces solo éramos 2 dándole patadas a la pelota, jugando tiritos a la portería, claro, hasta que alguno presa de la emoción del momento quería meter un golazo y lo que conseguía era trabar la pelota en alguna casa. Partiditos, chamuscas, paritos, de todo lo que un balón de fútbol permitiera. Casi siempre con una pelota vieja, a veces con una de plástico, en ocasiones pinchada, pero cuando teníamos suerte una flamante pelota número 5 de cuero y bien inflada. Nos creíamos Platini, el Buitre, Careca, Rummenigge, Dasayev, JeanMarie Paff, el Toto Schilacci, Dunga, Valdano, Rossi, y hasta Ricardo Jerez Hidalgo, Pichinini, el Flaco Chacón, Hermenegildo Pep Castro, Víctor Hugo Monzón o Félix La Polilla Macdonald, que pisados.

Aparte, en cuanto llegaba octubre, empezaba a soplar ese airecito frío de fin de año y se acercaba la serie mundial, pues mi cuadra dejaba de ser el Santiago Bernabéu y se convertía en el Yankee Stadium. Un par de guantes, un bate fabricado por mi abuelo y pelotas de calcetín rellenas de periódico mojado y con eso teníamos para disfrutar increíblemente. Mi abuela Naya pasaba horas haciéndonos pelotas, porque el porcentaje de pérdidas era bastante alto. Cuando era día de suerte caía en nuestras manos una pelota de tennis y el partido duraba hasta que la pelota se perdiera o no se viera. Darryl Strawberry, Gary Carter, Ozzie Smith, Kirby Pockett, Cal Ripken, George Brett, José Canseco, son solo algunos de los peloteros que encarnamos en nuestras jornadas beisboleras. A veces hasta jugábamos contra equipos de otras cuadras. El saldo de vidrios rotos nunca fue muy alto pero igual nos odiaban los vecinos, hasta hoy no se muy bien por qué.

Apenas terminando la serie mundial la cuadra se transformaba en un velódromo, donde emulábamos (que no tiene que ver con mulas) las hazañas de Edin Roberto Nova (QEPD), Rolando Ovando, Patarrollo y compañía, pensando en las etapas de, como diría MACOR, “el máximo evento deportivo del año, la vuelta ciclística a Guatemala”. No había bicicletas para todos pero allí nos las arreglábamos. Carreritas, guanaquitas, acrobacias y peripecias de todo tipo, que casi siempre terminaban en raspones, golpes y moretones, como la vez que el legendario Monchichí se estrelló contra el portón de Doña Toya, la señora de la esquina. Culpa del Blvd. Los Próceres, que cuando lo construyeron todo el lado que da a mi cuadra estuvo cerrado un buen tiempo y nos sirvió de pista de carreras. Lo malo es que no calculábamos la curva al entrar a la cuadra y como veníamos en bajadita eran de regular magnitud los estrellones contra el portón mencionado.

Hasta barriletes volábamos en la cuadra. Agarramos práctica para evitar el cableado que había, eléctrico, telefónico, cable, etc. Al principio costaba pero después se elevaban fácil los famosos barriletes y por suerte no salió ningún electrocutado. Por cierto, donde hoy está el centro comercial de la pradera era un campo grandísimo que nos sirvió para jugar de todo. Pero el progreso suele cagarla y nos quedamos sin campo.

Eran otros tiempos, para nosotros fueron buenos. No entendíamos ni mierda de lo que pasaba en el mundo pero tampoco nos importaba. Lo que queríamos era jugar. Con tapitas hacíamos estrellas ninja, las porterías para el fut eran dos piedras, las bases para el baseball se marcaban con un pedazo de block en plena banqueta. Daba igual, pues lo disfrutábamos de todas formas. Lo importante era entrar a la casa, con tierra de pies a cabeza, mejor si con algún raspón como herida de guerra, cansados y ver un rato de tele, sin preocuparse de nada. Que tiempos aquellos, antes de los videojuegos y del Internet. Y eso que yo tuve Atari 2600, no pirir, la mera onda en resolución de video, y también era bueno para esa mierda, Missile Commad, Tank, Frogger, Asteroids, etc.etc.etc. Fuimos buenos ishtos, y alegres los pisaditos.

Ustedes ¿cómo jugaban cuando chirices? ¿Cuál era su juguete favorito?

P.D. Y también teníamos barranco cerca, así que las aventuras se multiplicaban, pero las historias del barranco serán para otro día o para los comentarios porque ya el post quedó bastante grandecito. Salud!!!!

jueves, junio 22, 2006

Entre mundial y mundial bien que cambia la vida muchá ! ! !

Hace un par de días estaba leyendo en el blog de “notas de fútbol” un post sobre utilizar el mundial como un patrón para medir el tiempo, siendo una escala de cuatro años bastante adecuada para medir la evolución en la vida de cada uno. Me pareció de lo más interesente y me puse a reflexionar al respecto.

En mi caso particular, podemos arrancar con el mundial de Alemania 74. Durante ese mundial mis papás eran novios. Llega Argentina 78, mis papás ya se habían casado, y para cuando Holanda perdió la final yo ya andaba casi por los 8 meses, mero enfermo pero chulo el pisadito. Entre Argentina 78 y España 82 empezó el martirio de ir a clases todos los días, además nació mi hermana por receta del doctor que dijo que me tenían muy consentido y que por eso era así de enfermo. Pero lo cerote de España 82, aparte de que Alemania perdiera la final, es que a los desgraciados del colegio no se les ocurrió mejor mulada que ponerme de apodo Naranjito, la mascota del mundial y todavía hay gente que me dice así, que huevos. Entre España 82 y México 86 todo bien, echando la hueva, creciendito. Entre México 86 e Italia 90 nació mi hermano pero ya no por receta del doctor porque por culpa de mi hermana ya no me tenían consentido. Todo lo demás seguía igual, sin estrés, llegando a la secundaria, según el cerote iba a ser full culitos, las mañanas deportivas, las fiestas de los colegios y paco vargas, resultó ser más jodido de lo que pensaba.

Entre Italia 90 y Estados Unidos 94 se esfumó la secundaria y de repente ya estaba en quinto bachillerato, no donde hubiera pensado 4 años antes, pero igual estaba terminando el colegio. Los primeros talegazos románticos empezaron a aparecer, por mula pero nadie nace sabiendo. Ya me imaginaba en la universidad, adulto, igual full culitos, lleno de plata porque era el mas inteligente de los genios y había elegido la mejor carrera y la mejor universidad. ¡Burro don cerote!, quien putas me mandó a meterme a Sistemas y en la Marroquín para terminar de cagarla. Qué me hubiera costado hacerle caso a mi viejo, que me metiera a medicina, pero nooooo, don mula quería jugar con las computadoras. Si hasta sabía a que maestría me iba a meter.

El lapso entre Estados Unidos 94 y Francia 98 lo llené con un par de muladas para no perder la costumbre, primero, mantenerme en un trabajo que era lo mas cerote del mundo, en la peor empresa de la historia. Después, en un destello de genialidad renuncié a ese chance, pero una de cal y una de arena, a meter la pata poniendo mi propia oficina de la única forma posible que no debía hacerlo. De nuevo, mi capacidad natural para cagarla se hacía presente, porque me lo dijeron mil veces, no te metás a eso todavía, acumulá mas capital, preparate mejor, terminá la universidad, si vas a poner tu oficina ponela pero no así. Pero nooooo, mi huevo es necio, además de bruto y abusivo. Me resbaló lo que todos dijeran porque don cerote no quería tener jefe y vaya lujo de resultado. Por oír a quien no debía, aprendan culeros.

De Francia 98 para Japón-Corea 2002 ya fue la consagración de don mula. Necio con la oficina, hasta curso en los Estados Unidos fui a hacer, pa´que putas ni yo lo se todavía, pero igual tuve que ponerme a parir para pagarlo, junto con el avión y el hotel. Tarjetazo pérez a huevos. Por lo menos después del curso me fui de peluche donde un primo y terminé bien alverja en las vegas el día que los brasileños le ganaron a mi equipo en la final.

Desde entonces y hasta la llegada de Alemania 2006 estuvo un poco movida la casaca. Primero me fui a vivir a España, donde trabajé de jardinero, de instalador de teléfonos, de grabador de datos, de bodeguero, y de “encargado de estudiantes”. Menos mal que no me dejaron de jardinero mucho tiempo, porque ese jardín lo volvía desierto en dos vergazos. Si la otra vez puse una maceta artificial en la oficina y se secó la infeliz. Como el nene no se puede estar quieto, se tuvo que mudar otra vez, ahora para Venezuela, solo que aquí por fin se me hizo realidad lo que venía pidiendo desde Italia 90, es decir, full culitos. Mi trabajo dice “Dirección”, aunque ni yo entiendo muy bien de que se trata, ni para qué sirve, pero allí vamos haciendo la lucha.

Ahora, debo reconocer que aquí de Alemania 2006 a Sudáfrica 2010 si me ahueva, porque el plan macabro original que maquiné y que me llevará a la dominación del mundo, dice que en algún momento durante el 2010 y 2012 debería casarme, para alcanzar el cenit de mis muladas. Aunque ahora que lo pienso tampoco es que se haya cumplido gran mierda del plan macabro original. Total, que estos pisados todavía están por llegar a octavos de final y yo ya estoy pensando en el siguiente mundial. Imagínense cuando se sepa a quien le van a dar la sede para el 2014. Estamos pisados solo ustedes, como diría el gran Lev. Salud!!!!

lunes, junio 19, 2006

Quiero ir a comer al mercado central muchá!!!

A la gran puta muchá, hoy si estoy mero chapín con los antojos de la comida. Es que todo empezó anoche que estaba soñando que entraba al estacionamiento del mercado central para ir a “comerciales” al comedor de doña mela y como hoy mi esplendoroso desayuno estuvo formado por un exquisito plato de confleis (va, antes de que hablen babosadas, corn flakes pues, jajaja), para serles sincero ando con hambre desde hace rato, y la mente que es ingrata para eso, no ha dejado de pasarme imágenes subliminales de las delicias guatemaltecas que podemos comer sobre todo en el mercado.

Quien no ha ido a comer al mercado central se ha estado negando un placer para el paladar como pocos. Es una mezcla de todo, de olores, colores, sabores. Claro, los olores van desde golpe de ala hasta basura, y los colores cubren todo el espectro, pero la mezcla es lo que forma un todo que vale la pena. Además siempre pilas con los cacos porque en un descuidito le bajan a uno la billetera y después de semejante hartada no tiene con que pagar, lo que empeora las cosas, porque a ver como hace uno para pelárselas desde los comedores hasta la calle, fijo los vendedores lo madrugan y termina linchado.

Pero lo importante del post es la comida. Estaba imaginándome unas dobladas de carne, unas tortillas con longaniza, un plato de picado de rábano con buche, unas patitas a la vinagreta, unas tiras de panza, un buen guacamol, unas tostadonas pérez con salsa, un pirujo con frijolitos volteados y queso duro de Zacapa, chicharrones, carnitas, unos francesitos con chile relleno, unos tacos, unas flautas con crema, unos chuchitos, unos paches, tortitas de yuca, de papa, un buen chile para echarle a todo lo anterior, unos panes con gallina, tortillas con envueltos de pacaya. Unos panes con carne adobada y guacamol como los que vendían en “Las tres marías”. Todo eso para comérselo en forma de porciones, porque falta ir para la otra área de comedores.

Ya en los comedores más tradicionales, donde están las señoronas defendiendo la tradición ancestral de la cocina guatemalteca, con sus vestidones cubiertos por los delantales y comiendo prójimo a toda hora. Dios, pedir un buen almuerzo de los que preparan allí es como tocar el cielo. Un calderón de gallina con su arrocito, güisquil, papa, zanahoria, su cuadril y hasta las yemas entre el caldo; un buen caldo de res con gordo para sacar la goma, un grandioso plato de revolver, revolcado, con chile y arroz blanco, un buen pepián negro, un jocón, las hilachas y todo eso con tortillas recién comaliadas. Una carne guisada, un pollo frito con ensalada rusa, una mojarra frita que dicen que es de Amatitlán pero entre paja y paja yo creo que no han de ser de por allí. Unos frijolitos colorados con chicharrón, o los clásicos frijolitos blancos con costilla de marrano. Unas chuletas bien grasosas. Y si hay suerte un Kak-ik, bien picante, con tamalitos blancos.

No nos olvidemos de las bebidas, porque para pasarse todo eso hace falta algo bueno. Mi primera opción sería una gallo, no puede ser de otra manera. Pero si causas de fuerza mayor lo impiden, siempre se puede pedir una buna limonada, una espectacular horchatona pérez, un fresquito de chan, o de súchiles, o de chilacayote. Un fresco de crema, una buena rosa de jamaica, como dice mi tía, fresco de bolos. Un tamarindo, un fresco de mora, y si ya tanta es la chingadera hasta una pepsi bien fría ayuda, o una Delaware Punch, que cuando descubrí que la vendían en doble litro fue la gloria.

Y del postre ni se preocupen, claro que hay. Unos buenos rellenitos, unos platanitos fritos con crema, unas canillitas de leche, unos colochos de guayaba, un camotón en miel, unos jocotes en dulce, un chilacayotón pérez también en miel, pero si la conciencia los tortura después del exceso cometido, siempre pueden pensar en algo light, donde venden fruta puede ser, un pedazón de sandía, un par de rodajas de piña dulce, una bolsita de mango verde con pepita, sal y limón, un pedazo de papaya o todo lo anterior mezclado.

Como sé que seguramente estarán un poco llenos, para terminar el festín, caminata de unos 20 minutos por el primer piso del mercado, donde están las artesanías, que siempre es un paseo muy interesante y a lo mejor hasta se compran algo que les falte, unos caites nuevos, un cinchón de cuero de verdad, una playera con el escudo de la gallo, o como hice yo la otra vez, antes de empezar el paseo me compré un capirucho y mientras caminaba iba tratando de recobrar la agilidad capiruchística que tenía cuando niño. No crean que es fácil, el arte de jugar al capirucho esconde sus secretos.

En fin, que después de eso ya están listos para dejar el mercado central, pero si se quedaron con hambre, a una cuadra, sobre la octava avenida y novena calle esquina, hay o había, en realidad no lo se, una churrería viejísima pero buena, con unos churros redondos cubiertos de chocolate que son mágicos. Claro, si no quieren algo dulce siempre está la opción de un buen shuco en cualquiera de las carretas que abundan por la ciudad. Por hambre no ha de ser.

miércoles, junio 14, 2006

Hace 7 años que mi viejo, Don Pedro, se fue al cielo.

Pedro Sique Ruiz
1950-1999

Jamás voy a olvidar ese maldito día. Pido perdón por el rencor que me da, pero no voy a hacer nada por evitarlo, no voy a dejar nunca de ver ese día como un día nefasto. Da igual que digamos de boca para afuera que aceptamos los designios de Dios, que encontramos resignación en la fe, que sabemos que fue lo mejor porque no sufrió. Mentira, mentira y más mentira. No lo acepto, me niego a aceptarlo. No puedo creer que Dios decida dejarnos sin una persona buena mientras permite que tanto mal nacido ande a sus anchas y cause daño cada día de sus vidas.

Nuestro egoísmo nos impide aceptarlo, y hoy, cuando ya han pasado siete largos años sin mi padre, me niego a aceptarlo mas que nunca, porque Don Pedro tendría que haber vivido mucho mas, para llevar todo lo bueno que era a mas personas, porque lo necesitábamos, mi madre, mis hermanos y yo. Porque era una persona honesta, correcta, decente. Porque hubiera sido un gran abuelo. Porque hay millones de razones.

Fue un jueves, 17 de junio de 1999, ironías del destino, día del padre. Hacía casi dos semanas que mi papa había salido del hospital, y aunque lenta, la recuperación era visible, o al menos eso queríamos creer.

Me levanté como a las siete de la mañana. A las 8 estaba listo para irme a trabajar. Era el segundo año de Mac Computación. Mi papá se levantó y se preparó para irse a la Misa por el día del padre al colegio de mi hermano. Gustavo, mi tío y socio en Mac, me pasó buscando a la casa. Como ya era la hora pasamos dejando a mi papá a la iglesia, después lo buscaría mi tía Patricia pues tenía cita en el doctor. De haberlo sabido, era la última vez que mi viejo saldría caminando de la casa.

Hacía el final de la mañana estaba yo en una librería revisando el sistema de facturación cuando me avisaron que mi viejo iba camino al hospital. Una crisis, aparentemente un infarto. Salí corriendo para allí. El cuadro ya era estable, aparentemente lo mas grave había pasado. Aun contra las reglas del hospital me colé para hablarle, y correcto como siempre, me regañó porque me había entrado sin permiso, un claro ejemplo de cómo era Don Pedro. Estuve un rato con él, hablamos no recuerdo de qué, le di la mano y un abrazo y me salí cuando me volvió a decir que me saliera antes de que los doctores me encontraran allí y me sacaran. Serían ya las 2 de la tarde prácticamente. La hora de visita sería al final del día. Nunca más vería a mi padre con vida.

Salí de allí y seguí trabajando. Había que entregar un equipo, pero nos faltaba el monitor que había llegado de estados unidos con defecto. Le compramos uno a Ludwing y nos encaminamos a entregar la máquina. Era lejos, bastante lejos. Tardamos demasiado. Cuando llegamos con Gustavo al hospital ya no nos permitieron entrar. Lo intentamos pero fue imposible. Llegué a la casa a eso de las 9 de la noche, mi madre estaba tranquila, según los doctores solo debía quedarse esa noche en observación y a la mañana siguiente lo tendríamos en casa de nuevo.

Ese día se estrenaba StarWars Episode I, The Phantom Menace. Como buen fan estaba listo para ir al estreno a media noche. Al asegurarme que mi padre estaba bien y que yo no podía hacer nada mas que esperar, le pedí permiso a mi mamá para ir al cine, donde me esperaban el gran Lev Andropov, su hermana Mabi, Checha Hernández, y el chino. Vimos la película, emocionados. Del cine a mi casa eran menos de cinco minutos. Íbamos en el carro de Mabi.

Al dar la vuelta en la esquina de mi cuadra vi carros conocidos frente a mi casa. Vi a Gustavo y a Luis Chang en la puerta. No necesité que me dijeran nada. No tuve que esperar a bajarme del carro. Enseguida lo supe. Mi viejo nos había dejado, se había ido al cielo. A partir de allí todo se vuelve un poco borroso. El gran Lev y los demás me acompañaron durante esa madrugada. Llamamos a las tías en España. Esperar que amaneciera.

Ese viernes en la mañana mientras se terminaban los trámites en el hospital para ir a la funeraria yo estaba en un maldito banco cambiando un cheque para cubrir un giro que teníamos que enviarle a un proveedor en estados unidos ese mismo día. ¿Cómo pude ser tan imbécil? ¿Tan indigno? Por eso hoy en día me tranquiliza un poco saber que Mac Computación se fue a la mierda, porque el día antes mientras yo estaba instalando una mierda de computadora dejé pasar la última oportunidad que tuve de hablar con mi padre, porque estuve donde un cliente en lugar de ir al hospital a la hora de la visita. Porque yo debería haber estado a su lado y no preocupándome por vender una miserable G3. Peor aun, esa mañana de viernes, yo tenía que estar con mi mamá, apoyándola, apoyando a mis hermanos, y no cambiando un maldito cheque en un banco porque era obligatorio pagarle al proveedor ese día. Que se vayan a la mierda los bancos, los proveedores en Miami, mac computación, apple computer y todo lo relacionado con eso. Que se vayan a la mierda los clientes, que me vaya a la mierda yo mismo. Jamás dejaré de sentir culpa por eso. Lo siento Viejo, ruego a Dios que me perdonés por eso.

Al medio día ya estábamos en la funeraria. Ahora los que se pusieron idiotas fueron los de la dirección de cementerios. Nos tuvimos que ir al cementerio general a obtener los permisos para utilizar el mausoleo de la familia en el cementerio de la Villa. A esas horas el gran Zacapa ya había llegado y él me acompaño durante el resto del día. Todavía en la tarde pasé donde otro cliente buscando un cheque, allí por la diagonal seis. No tengo perdón de Dios. Les juro que pienso en eso y la culpa y la cólera me siguen haciendo llorar.

Las largas horas en la funeraria no las recuerdo muy bien. Supongo que allí es donde mas afectado estuve. Recuerdo a mucha gente, al gran Lev, a Rolando, al Caballo, Mario Casasola y su esposa, recuerdo a la bebé de Mario durmiendo en un sofá de la funeraria. Recuerdo familia, amigos de mi papá, los compañeros de colegio de mi hermano. Incluso recuerdo un cerote, no se me ocurre otra forma de llamarlo, que fue compañero de trabajo de mi papá antes que yo naciera y que aun viendo que estábamos en el velorio de mi padre, tuvo los huevos de pedirme dinero para irse a “echar un trago” porque estaba de goma…Dios, hasta donde cae la gente.

Ese sábado en la mañana, hacia las siete, tuvimos que estar presentes en el cementerio pues había que exhumar el cuerpo de un hermano de mi abuelo para utilizar ese nicho para mi padre. Fuimos con Gustavo como testigos. Tengo esa impresión grabada en la memoria, después de 30 años enterrado aun quedaban muchos huesos, pelo, ropa. La hija del señor que se exhumó sufrió una crisis de nervios.

De la funeraria nos encaminamos a la casa, pues queríamos que mi papá estuviera una vez más en su hogar. Yo iba en el carro de la funeraria acompañando a mi viejo. Allí rezamos y nos fuimos a la Misa. Después al cementerio. Después del entierro recuerdo que me quedé solo sentado frente a la tumba y me puse a cantar Hey Jude, de The Beatles, canción favorita de mi papá. El gran Lev me llevó la letra. Cuando ya me iba llegó el Taz. El me acompañó a la casa. No recuerdo nada del resto del sábado ni del domingo. Solo se que ese lunes 21 de junio, a las 8 de la mañana ya estaba en la oficina, no quise tomarme unos días, no quise descansar. Simplemente seguí trabajando. Pobre diablo que soy.

Hoy, cuando ha pasado todo ese tiempo, cuando veo para atrás y me doy cuenta de todo lo que ha cambiado mi vida, no puedo evitar preguntarme como sería si la fatalidad no se hubiera llevado a Don Pedro aquel día. Seguramente nunca me habría ido de Guatemala. No lo se y tampoco tiene mucho sentido preguntármelo.

A toda la gente que estuvo conmigo y con toda mi familia durante tan dura prueba quiero darle las gracias, a los que vi, a los que no vi, a los conocidos, a los desconocidos, a todos los que de una u otra forma nos apoyaron. Si nunca se los dije en persona, aprovecho este post para hacerlo.

A mi madre y hermanos, quiero decirles que se que les he fallado, que desde que estoy lejos les he fallado. Pero ya lo voy a arreglar. No falta mucho para que vuelva a empezar de nuevo en Guatemala. Los quiero infinito.

A mi papá, allá arriba, quiero decirle que me hace falta. Lo extraño no sabe como. Agradezco y atesoro todo el tiempo que pasamos juntos. Hoy que estoy sentado escribiendo esto con las lagrimas contenidas a la fuerza se decirle papá que no lo he hecho tan mal, pero que lo puedo hacer mejor. Que dejé sola a mi madre y a mis hermanos pero que ya voy de vuelta. Quiero decirle que algún día, cuando llegue el momento, mis hijos sabrán que tuvieron un abuelo que era el mejor del mundo, que Don Pedro era un ejemplo a seguir, que era un modelo de caballerosidad, de corrección. Que todo lo bueno que yo soy se lo debo a usted y que no soy nada a la par suya. Viejo, estoy llorando con todo el dolor de mi corazón pero lo estoy haciendo como los hombres, con la cara levantada, con la frente en alto. Que lo recuerdo todos los días de mi vida. Que aquí estoy y aquí sigo. No se como expresar lo que siento, es una mezcla de remordimiento, de odio, de dolor, de tristeza. Sobre todo tristeza. Algún día se me quitará, aunque no se cuando.


jueves, junio 08, 2006

10 de Junio de 1781 - 10 de Junio de 2006. 225 años de Gloria.

Jubilosos cantamos hoy día, oh glorioso Colegio de Infantes,
Celebrando con gran alegría, largos años de lucha constante.
Son tus hijos que ven reverentes, desfilar bajo el clásico vértice
A dos siglos de historia viviente, que a la patria han servido de guía.


Así, con la primera estrofa del himno al bicentenario inicio este humilde homenaje a la casa de estudios que me formó.

Hoy, cuando cumple 225 años de existencia, 225 años de gloria, de presencia en el diario acontecer de nuestra patria. Hoy en el CCXXV Aniversario de la Fundación del glorioso y bicentenario Colegio San José de los Infantes, quiero publicar este post como un humilde homenaje personal a esa gran institución.

Faltaban 30 años para que Guatemala fuera una nación independiente. La Revolución Francesa que tanto aportó al mundo ocurriría 8 años después. Los Estados Unidos apenas hacía 5 años que habían concretado su independencia. Latinoamérica entera era una colonia del imperio español. La capital de Guatemala recién se trasladaba a su emplazamiento actual, el Valle de la Ermita.

Era el año de gracia del Señor de 1781, mediado ya en su recorrido. El IV Arzobispo de Guatemala, Dr. Cayetano Francos y Monroy, funda el 10 de Junio “Colegio de Seises de San José de los Infantes”, que con el paso del tiempo sería conocido como “Colegio San José de los Infantes”, la institución educativa privada mas antigua del país.

Terremotos, revueltas, guerras, independencias, anexiones, separaciones, todo, desde aquel día, lo ha superado el Glorioso Bicentenario. Y sigue ahí erguido, simbólicamente bajo el campanario sur de Catedral, a la sombra de su cúpula, aunque físicamente se encuentre en otra parte. Los espíritus del centro de la ciudad saben que esté donde esté, ese es el verdadero Colegio de Infantes, ese edificio en la esquina de la séptima avenida y octava calle, donde tantas veces cruzamos bajo el Vértice, contribuyendo con nuestros pasos al desgaste de la piedra izquierda de la puerta principal.

Aun recuerdo la primera vez que entré allí como alumno. Era una mañana fría de Enero de 1984, yo tenía 6 años, recién cumplidos, y luchaba por no echarme a llorar como muchos de los compañeros al ver como nuestros padres iban a dejarnos allí, solos, sin saber muy bien por qué. Y recuerdo que no lloré. Aquel año el Glorioso Bicentenario cumplía ya 203 años de existencia. Si no recuerdo mal, Mejía Víctores gobernaba en el Palacio Nacional, a escasos metros del Vértice, de la puerta principal de nuestra nueva casa. Recuerdo a muchos compañeros, aunque hoy en día son simples sombras con algún nombre, posiblemente equivocado. Recuerdo a algunas de las autoridades del colegio presentes ese día, Ponce, Ruano, Castillo, Moraga, mi maestra de primer grado sección B, la seño Lucky. Por supuesto, El Cuervo, Presbítero y Licenciado Cristóbal Ramírez Monterroso, XXXIV Rector del Colegio, desde el año 1955, artífice de su reconstrucción y de su segunda época de oro. Ese día en la formación rezamos, guiados por el Padre Cristóbal y después a nuestras clases.

Nueve años después, me largué de allí, triste, una noche fría de octubre de 1992, con el colegio iluminado, con la catedral grandiosa, cerrándome el ziper de la chumpa blanca, y sin ver para atrás, para no regresar. No podría graduarme de mi Colegio. Eso si que me arrancó una lagrima, la que no había derramado casi una década antes.

Atrás quedaban innumerables recuerdos, tradiciones, leyendas, amigos, conocimiento. Aun hoy recuerdo la primera vez que me puse el uniforme de gala, allá por el 84, hasta la última vez que lo use, el 15 de septiembre del 92. Mi primera comunión, en el 85. El mundial de México en el 86. La seño Miriam en segundo primaria sección B, Doña Luci de Dávila en tercero sección B, el profe Edwin Florián de cuarto a sexto sección B. Recuerdo los partidos de fut en el patio del colegio, el maicillo que vendían en la catedral para dispararlo con un lapicero bic, recuerdo el uniforme de educación física, el hipódromo del norte a donde nos llevaban a correr. Recuerdo los campeonatos ínter aulas, recuerdo las olimpiadas académicas, mi participación en ciencias naturales y redacción. Los campos de Vista Hermosa, el campo Marte. Recuerdo haberme enojado porque no tenía el tamaño necesario para desfilar con el pelotón de primaria aquel año de 1989. Recuerdo a mi viejo, que en gloria esté, llevándome al colegio en la cucarachita azul, un volkswagen escarabajo del año 68. Recuerdo que con nosotros venía el Otto René Morales, un año menor que yo, que vivía a dos cuadras de mi casa y quien el destino quiso que muriera hace dos años. Que en paz descansés mano. Recuerdo las elecciones, la victoria de Vinicio. Recuerdo los dos intentos de golpe de estado contra Cerezo, con tanques en el parque central, con soldados en los campanarios de la catedral, nosotros saliendo por la puerta de atrás del colegio, corriendo para la décima avenida. Recuerdo caminar desde el Infantes hasta mi casa, siempre con el gran Otto, como los dos chavitos que éramos, sin ser concientes de lo tenso de la situación. Recuerdo huelgas, el año que ganamos por decreto por la huelga del magisterio, recuerdo llantas quemadas, disturbios, aumentos al pasaje. Recuerdo las camionetas 2 negro y 14 rojo, hoy 82 y 101, que me llevaban y traían de vuelta. Recuerdo el Coro del Colegio, del cual participé, razón primordial para su fundación y del que yo fui parte 200 años después. Recuerdo a Don Marco Antonio Cevallos y Doña Elena de Cevallos directores del Coro, auténticos señores, ejemplo de rectitud y honor. Recuerdo participar en Juventud del Colegio Don Bosco con el Coro, recuerdo que allí estaban el Palacios, el Arriola, de los de secundaria de aquel tiempo Eddy Palacios que hoy es sacerdote, el Tablas, Ramazzini, y no se cuantos mas. Nos daban 10 puntos por clase al participar del coro, noble razón para meterse. La Eurocopa del 88, que ganaba la Holanda de Gullit, Van Basten y compañía a las cenizas de la Unión Soviética de Rinat Dasayev y Oleg Protasov mientras yo me escapaba del ensayo del coro para ver los goles de aquella final. Recuerdo el partido de Guatemala contra Canadá rumbo a Italia 90, en Canadá, con el gol de palomita del chino Castañeda y el otro gol de Marvin Cevallos desde fuera del área, viendo el juego en la casa del Enano López Estrada mientras celebrábamos que había terminado el año escolar. Recuerdo el día en que sacaron al Padre Cristóbal de la que era la obra de su vida, un día infame y el primero del fin del verdadero Infantes. Recuerdo la muerte de mi Abuelo, un par de días después de terminar sexto primaria.

Recuerdo el salto a la secundaria, 1990, primero básico sección A, el mundial de Italia. Las largas horas de ensayo para el desfile, para salir a la calle orgullosos de ir en el Batallón Gris. Recuerdo ese Cuarto Pelotón de la Primera Compañía, comandado por el Chompipe, Juan Carlos Hernández. Recuerdo mi expulsión en el 91, insignificancias de la vida. Recuerdo la pelea en Don Bosco contra el San Sebastián, antes de un partido de Volley Ball. Recuerdo la Huelga, por primera vez en 210 años de historia el alumnado del Infantes se iba a la huelga, porque nos querían quitar un derecho innegable, desfilar con gallardía en nuestro aniversario y en el aniversario de la patria. Días gloriosos, llevando sol en el parque central, con el colegio cerrado, el comité de padres de familia formado de emergencia negociando. Recuerdo ese 15 de Septiembre, que grande, desfilamos sin instrumentos, algunos nada más que nos prestaron otros colegios, pues los nuestros estaban secuestrados en las catacumbas de la catedral. Recuerdo desfilar en columna, con un brazalete de luto. Recuerdo ir hasta el San Sebastián, rival de toda la vida pero hermano en ese momento, a cantar nuestros himnos. Recuerdo la noche de ese viernes 20 de septiembre, cuando las madres de familia del colegio rezaban el rosario en el patio del Palacio Arzobispal, y nosotros esperábamos el resultado de las negociaciones. El Arzobispo de Guatemala en aquel entonces, Próspero Penados del Barrio nos comunicaba que se iban las autoridades, se iba la junta directiva, tan nefasta como pocas tuvo el colegio. Se regresaba a clases, recuerdo ese lunes 23, las ametralladoras tronando, los mariachis cantando, y la chumpa blanca de regreso. Recuerdo el 92, el sudadero de tercero básico C, gris y negro, todavía está en mi casa. Durante esos 9 años recuerdo a muchos compañeros, Palacios, Willi, Mora, Arriola, El Sapo, el Enano, Angel, Checha, Zamora, el Mono, Godzilla (Mario Solórzano, que en paz descanse), el Guasón, Monzón Cajas, el Cholla, La chucha, el zancudo, Paz, Patzan, el chino Soberanis, el chino Andrino, Pablo Palencia, el pollo, Enriquez, draculín, Valdez Abril, Kestler, Bolaños, Alan, Denis, la gallina Cacao, Coyoy Paz, Julio Cesar, el tigrillo, el pelón, el chicharrón, Méndez, y un largo etcétera, etcétera, etcétera.

Recuerdo cerrar la página, y guardar toda esa historia en un lugar privilegiado de mi memoria. Recuerdo ese 20 de Octubre de 1994, coincidiendo con los 50 años de la Revolución del 44, haber asistido a la misa de graduación de la que tenía que ser mi promoción. Tres días después era mi graduación, en otro lugar, con otro uniforme, y salvo por los amigos que allí conocí, por lo demás era insignificante.

Recuerdo haberme mojado un año después durante el último desfile antes de que el ministerio de educación terminara con ellos, ya como universitario, un 15 de septiembre del 95. Recuerdo haber ido a cantar el himno del colegio, frente al colegio de verdad, en el centro. Íbamos como ocho en el honda civic del Palacios, todos bolos, sin licencia de manejar. Recuerdo haber cantado como sigue:


HIMNO DEL COLEGIO SAN JOSE DE LOS INFANTES

Coro
Del Colegio de Infantes la gloria,
En acordes alegres cantemos
Las dulcísimas liras pulsemos
Celebrando sus triunfos de honor.

I
Cien renombres pregonan ilustres
Del colegio de Infantes la gloria
Que en sus páginas bellas la historia
Los grabó con su dedo inmortal.

Coro.

II
Y ante el ara del Dios trino y uno
Y en la cátedra siempre elevada
Y en el foro y tribuna ensalzada
Dieron vida al ideal redentor.

Coro

III
Guerra eterna de hinojos postrados
A los vicios por siempre juremos
Por la iglesia doquier figuremos
Con orgullo adorando la cruz.

Coro

IV

Quien del místico salmo tuviera
Poderoso e inspirado el aliento
O el gigante salterio que el viento
Suele recio en las cumbres pulsar

Coro
V
Más en premio de gloria tamaña
Es el canto homenaje pequeño
A quien lucha por Dios con empeño
Se le puede en la tierra premiar

DEL COLEGIO DE INFANTES LA GLORIA,
EN ACORDES ALEGRES CANTEMOS
LAS DULCÍSIMAS LIRAS PULSEMOS
CELEBRANDO SUS TRIUNFOS DE HONOR

lunes, junio 05, 2006

¿Dónde quedó el domingo?

Todo empezó el sábado, estoy casi seguro. Fuimos con el Aleja a un restaurante de una cadena internacional que no diré el nombre pero que tiene que ver con rock duro y café. Ahí conocimos a una chava interesantísima, llena de aretes por todas partes. Atea confesa y futura criminalista. La mara. Cuando salimos de allí el Aleja se iba con el corazón en pedazos y un email en la billetera.

Pasamos a RumBar por una chelita y a enseñarle al Aleja un poco del material femenino local. Como estaba medio muerta la cosa, nos fuimos a ver tocar al grupo de un cuate, folklóricos los cerotes paramos oyendo una cosa que parecía el Son de Guate pero mas rápido. Después una visita rápida a las diablitas de los bati-tubos, entrada por salida y nos fuimos más corriendo que andando.

Como ya era la hora de los vampiros pensé pasar despidiéndome de la mara a RumBar y a dormir. Pero como las cosas pasan porque tienen que pasar, el tunecino me convenció de que entráramos a ver el concurso femenino de baile de reguetón. Chuchos los dos, para adentro. Cinco tipas medio ebrias compitiendo por ver cual bailaba más sexy. La cosa degeneró en streaptease simulado y en gritos de “tetas, tetas, tetas…”por parte del público, incluidos nosotros, pero ninguna se animó, supongo que no estaban suficientemente ebrias. Ganó una espectacular y voluptuosa morena, cubierta de sudor y feliz por la botella de vodka que era el premio. Decadencia social que le dicen, pero a esa hora todo se vale.

En eso apareció ella, no la del restaurante, otra, alguien especial. La última persona que me hubiera imaginado encontrar allí y a esas horas. Error de percepción. ¿Por qué no habría de estar en un sitio de parranda a esas horas? Total, que fue como una aparición celestial en medio de aquello. Linda se miraba, blue jeans, blusa rosada, esos ojos verdes capaces de hipnotizarme, esa sonrisa, esos labios. Por eso digo que la imaginación puede ser un veneno porque después del respectivo beso cayó el también respectivo “estoy con mi novio ¿por qué no nos acompañan?”. A la gran putaaaaaaaaa. ¿No se suponía que no tenía novio pues? Que puedo decir, a pasear la cara de imbécil otra vez. Paramos en la mesa de la parejita, poniendo buena cara, aguantándole las muladas al novio y yo viéndola a ella a escondidas del gorila que tiene por traido. Llegaron otros cuates y antes de que me diera cuenta ya estaba el tunecino cerrando el lugar y era de día.

De allí nos fuimos todos a desayunar y como las muladas tienen que ser completas, la parejita en cuestión terminó en mi carro ¡Que huevos! Después del desayuno se los llevó otro, yo llevé al Aleja a la residencia de los seminaristas. Por la cara del cura supongo que se nos sentía el estuche a chela. Al salir de allí, con rockón a todo volumen y en el fondo bravo y decepcionado del encuentro con la individua mencionada, emprendí el camino a casa. Después de un reparador duchazo, un yogurt y medio gatorade que era todo lo que tenía en la refri, me dormí, convencido de que sin importar que fuera de día todavía estábamos en sábado.

Ahorita estoy sentado en la oficina y sigo sin comprender donde quedó el domingo. El sábado y ella tuvieran la culpa. Salud!!!!!