Jubilosos cantamos hoy día, oh glorioso Colegio de Infantes,
Celebrando con gran alegría, largos años de lucha constante.
Son tus hijos que ven reverentes, desfilar bajo el clásico vértice
A dos siglos de historia viviente, que a la patria han servido de guía.
Así, con la primera estrofa del himno al bicentenario inicio este humilde homenaje a la casa de estudios que me formó.
Hoy, cuando cumple 225 años de existencia, 225 años de gloria, de presencia en el diario acontecer de nuestra patria. Hoy en el CCXXV Aniversario de la Fundación del glorioso y bicentenario Colegio San José de los Infantes, quiero publicar este post como un humilde homenaje personal a esa gran institución.
Faltaban 30 años para que Guatemala fuera una nación independiente. La Revolución Francesa que tanto aportó al mundo ocurriría 8 años después. Los Estados Unidos apenas hacía 5 años que habían concretado su independencia. Latinoamérica entera era una colonia del imperio español. La capital de Guatemala recién se trasladaba a su emplazamiento actual, el Valle de la Ermita.
Era el año de gracia del Señor de 1781, mediado ya en su recorrido. El IV Arzobispo de Guatemala, Dr. Cayetano Francos y Monroy, funda el 10 de Junio “Colegio de Seises de San José de los Infantes”, que con el paso del tiempo sería conocido como “Colegio San José de los Infantes”, la institución educativa privada mas antigua del país.
Terremotos, revueltas, guerras, independencias, anexiones, separaciones, todo, desde aquel día, lo ha superado el Glorioso Bicentenario. Y sigue ahí erguido, simbólicamente bajo el campanario sur de Catedral, a la sombra de su cúpula, aunque físicamente se encuentre en otra parte. Los espíritus del centro de la ciudad saben que esté donde esté, ese es el verdadero Colegio de Infantes, ese edificio en la esquina de la séptima avenida y octava calle, donde tantas veces cruzamos bajo el Vértice, contribuyendo con nuestros pasos al desgaste de la piedra izquierda de la puerta principal.
Aun recuerdo la primera vez que entré allí como alumno. Era una mañana fría de Enero de 1984, yo tenía 6 años, recién cumplidos, y luchaba por no echarme a llorar como muchos de los compañeros al ver como nuestros padres iban a dejarnos allí, solos, sin saber muy bien por qué. Y recuerdo que no lloré. Aquel año el Glorioso Bicentenario cumplía ya 203 años de existencia. Si no recuerdo mal, Mejía Víctores gobernaba en el Palacio Nacional, a escasos metros del Vértice, de la puerta principal de nuestra nueva casa. Recuerdo a muchos compañeros, aunque hoy en día son simples sombras con algún nombre, posiblemente equivocado. Recuerdo a algunas de las autoridades del colegio presentes ese día, Ponce, Ruano, Castillo, Moraga, mi maestra de primer grado sección B, la seño Lucky. Por supuesto, El Cuervo, Presbítero y Licenciado Cristóbal Ramírez Monterroso, XXXIV Rector del Colegio, desde el año 1955, artífice de su reconstrucción y de su segunda época de oro. Ese día en la formación rezamos, guiados por el Padre Cristóbal y después a nuestras clases.
Nueve años después, me largué de allí, triste, una noche fría de octubre de 1992, con el colegio iluminado, con la catedral grandiosa, cerrándome el ziper de la chumpa blanca, y sin ver para atrás, para no regresar. No podría graduarme de mi Colegio. Eso si que me arrancó una lagrima, la que no había derramado casi una década antes.
Atrás quedaban innumerables recuerdos, tradiciones, leyendas, amigos, conocimiento. Aun hoy recuerdo la primera vez que me puse el uniforme de gala, allá por el 84, hasta la última vez que lo use, el 15 de septiembre del 92. Mi primera comunión, en el 85. El mundial de México en el 86. La seño Miriam en segundo primaria sección B, Doña Luci de Dávila en tercero sección B, el profe Edwin Florián de cuarto a sexto sección B. Recuerdo los partidos de fut en el patio del colegio, el maicillo que vendían en la catedral para dispararlo con un lapicero bic, recuerdo el uniforme de educación física, el hipódromo del norte a donde nos llevaban a correr. Recuerdo los campeonatos ínter aulas, recuerdo las olimpiadas académicas, mi participación en ciencias naturales y redacción. Los campos de Vista Hermosa, el campo Marte. Recuerdo haberme enojado porque no tenía el tamaño necesario para desfilar con el pelotón de primaria aquel año de 1989. Recuerdo a mi viejo, que en gloria esté, llevándome al colegio en la cucarachita azul, un volkswagen escarabajo del año 68. Recuerdo que con nosotros venía el Otto René Morales, un año menor que yo, que vivía a dos cuadras de mi casa y quien el destino quiso que muriera hace dos años. Que en paz descansés mano. Recuerdo las elecciones, la victoria de Vinicio. Recuerdo los dos intentos de golpe de estado contra Cerezo, con tanques en el parque central, con soldados en los campanarios de la catedral, nosotros saliendo por la puerta de atrás del colegio, corriendo para la décima avenida. Recuerdo caminar desde el Infantes hasta mi casa, siempre con el gran Otto, como los dos chavitos que éramos, sin ser concientes de lo tenso de la situación. Recuerdo huelgas, el año que ganamos por decreto por la huelga del magisterio, recuerdo llantas quemadas, disturbios, aumentos al pasaje. Recuerdo las camionetas 2 negro y 14 rojo, hoy 82 y 101, que me llevaban y traían de vuelta. Recuerdo el Coro del Colegio, del cual participé, razón primordial para su fundación y del que yo fui parte 200 años después. Recuerdo a Don Marco Antonio Cevallos y Doña Elena de Cevallos directores del Coro, auténticos señores, ejemplo de rectitud y honor. Recuerdo participar en Juventud del Colegio Don Bosco con el Coro, recuerdo que allí estaban el Palacios, el Arriola, de los de secundaria de aquel tiempo Eddy Palacios que hoy es sacerdote, el Tablas, Ramazzini, y no se cuantos mas. Nos daban 10 puntos por clase al participar del coro, noble razón para meterse. La Eurocopa del 88, que ganaba la Holanda de Gullit, Van Basten y compañía a las cenizas de la Unión Soviética de Rinat Dasayev y Oleg Protasov mientras yo me escapaba del ensayo del coro para ver los goles de aquella final. Recuerdo el partido de Guatemala contra Canadá rumbo a Italia 90, en Canadá, con el gol de palomita del chino Castañeda y el otro gol de Marvin Cevallos desde fuera del área, viendo el juego en la casa del Enano López Estrada mientras celebrábamos que había terminado el año escolar. Recuerdo el día en que sacaron al Padre Cristóbal de la que era la obra de su vida, un día infame y el primero del fin del verdadero Infantes. Recuerdo la muerte de mi Abuelo, un par de días después de terminar sexto primaria.
Recuerdo el salto a la secundaria, 1990, primero básico sección A, el mundial de Italia. Las largas horas de ensayo para el desfile, para salir a la calle orgullosos de ir en el Batallón Gris. Recuerdo ese Cuarto Pelotón de la Primera Compañía, comandado por el Chompipe, Juan Carlos Hernández. Recuerdo mi expulsión en el 91, insignificancias de la vida. Recuerdo la pelea en Don Bosco contra el San Sebastián, antes de un partido de Volley Ball. Recuerdo la Huelga, por primera vez en 210 años de historia el alumnado del Infantes se iba a la huelga, porque nos querían quitar un derecho innegable, desfilar con gallardía en nuestro aniversario y en el aniversario de la patria. Días gloriosos, llevando sol en el parque central, con el colegio cerrado, el comité de padres de familia formado de emergencia negociando. Recuerdo ese 15 de Septiembre, que grande, desfilamos sin instrumentos, algunos nada más que nos prestaron otros colegios, pues los nuestros estaban secuestrados en las catacumbas de la catedral. Recuerdo desfilar en columna, con un brazalete de luto. Recuerdo ir hasta el San Sebastián, rival de toda la vida pero hermano en ese momento, a cantar nuestros himnos. Recuerdo la noche de ese viernes 20 de septiembre, cuando las madres de familia del colegio rezaban el rosario en el patio del Palacio Arzobispal, y nosotros esperábamos el resultado de las negociaciones. El Arzobispo de Guatemala en aquel entonces, Próspero Penados del Barrio nos comunicaba que se iban las autoridades, se iba la junta directiva, tan nefasta como pocas tuvo el colegio. Se regresaba a clases, recuerdo ese lunes 23, las ametralladoras tronando, los mariachis cantando, y la chumpa blanca de regreso. Recuerdo el 92, el sudadero de tercero básico C, gris y negro, todavía está en mi casa. Durante esos 9 años recuerdo a muchos compañeros, Palacios, Willi, Mora, Arriola, El Sapo, el Enano, Angel, Checha, Zamora, el Mono, Godzilla (Mario Solórzano, que en paz descanse), el Guasón, Monzón Cajas, el Cholla, La chucha, el zancudo, Paz, Patzan, el chino Soberanis, el chino Andrino, Pablo Palencia, el pollo, Enriquez, draculín, Valdez Abril, Kestler, Bolaños, Alan, Denis, la gallina Cacao, Coyoy Paz, Julio Cesar, el tigrillo, el pelón, el chicharrón, Méndez, y un largo etcétera, etcétera, etcétera.
Recuerdo cerrar la página, y guardar toda esa historia en un lugar privilegiado de mi memoria. Recuerdo ese 20 de Octubre de 1994, coincidiendo con los 50 años de la Revolución del 44, haber asistido a la misa de graduación de la que tenía que ser mi promoción. Tres días después era mi graduación, en otro lugar, con otro uniforme, y salvo por los amigos que allí conocí, por lo demás era insignificante.
Recuerdo haberme mojado un año después durante el último desfile antes de que el ministerio de educación terminara con ellos, ya como universitario, un 15 de septiembre del 95. Recuerdo haber ido a cantar el himno del colegio, frente al colegio de verdad, en el centro. Íbamos como ocho en el honda civic del Palacios, todos bolos, sin licencia de manejar. Recuerdo haber cantado como sigue:
HIMNO DEL COLEGIO SAN JOSE DE LOS INFANTES
Coro
Del Colegio de Infantes la gloria,
En acordes alegres cantemos
Las dulcísimas liras pulsemos
Celebrando sus triunfos de honor.
I
Cien renombres pregonan ilustres
Del colegio de Infantes la gloria
Que en sus páginas bellas la historia
Los grabó con su dedo inmortal.
Coro.
II
Y ante el ara del Dios trino y uno
Y en la cátedra siempre elevada
Y en el foro y tribuna ensalzada
Dieron vida al ideal redentor.
Coro
III
Guerra eterna de hinojos postrados
A los vicios por siempre juremos
Por la iglesia doquier figuremos
Con orgullo adorando la cruz.
Coro
IV
Quien del místico salmo tuviera
Poderoso e inspirado el aliento
O el gigante salterio que el viento
Suele recio en las cumbres pulsar
Coro
V
Más en premio de gloria tamaña
Es el canto homenaje pequeño
A quien lucha por Dios con empeño
Se le puede en la tierra premiar
DEL COLEGIO DE INFANTES LA GLORIA,
EN ACORDES ALEGRES CANTEMOS
LAS DULCÍSIMAS LIRAS PULSEMOS
CELEBRANDO SUS TRIUNFOS DE HONOR