Voy en el ruletero y ya es tarde, pero es de los ruleteros de verdad, de esos de antes que sí eran microbuses y no de los nuevos que son más grandes que las pullman que van a Esquipulas. Lleno hasta los topes el ruletero, que solo porque los hacían bien no revienta con la presión de la mara que va apretujada allí dentro y con el ayudante metiendo más y más en cada parada.
Me recuesto en la ventana viendo para afuera y empiezo una lucha sin tregua contra el sueño. Hasta que pierdo. Aunque no duró mucho, porque con un frenazo del amable conductor doy un cabezazo que casi me quiebro el pescuezo. Así por las buenas cualquiera se despierta. Mero distraído regreso a la ventana. No habré dormido mas de un minuto a lo mejor porque solo han pasado un par de cuadras. Hay algo extraño, no puedo descubrir qué, pero algo estaba pasando.
De pronto escucho en la radio del ruletero al locutor diciendo – “y en los deportes, la selección juega este fin de semana en la clasificación a las olimpiadas de Seúl
Poco a poco me convenzo. Estoy soñando. ¡Que raro! Donde debería estar el paso a desnivel del Boulevard Los Próceres hay un parquecito y al final de dicho parque unas ventas de tostadas, tacos y chuchitos. Pero creo que no debería extrañarme que no esté el paso a desnivel, si ni siquiera el Boulevard entero está. En su lugar está la 18 calle de la zona 10, con su asfalto viejo y el ancho suficiente para un carro que vaya y otro que venga. Y en lugar del Banco Industrial del obelisco hay una cosa de madera que dice “Bronco Saloon”, ¿Qué será eso?. Un señor le dice a su chavito que se tiene que bajar allí, que solo tienen que caminar una cuadra para llegar a Esquilandia de
Sigue el rule por la 20 calle, a la izquierda debería estar Plaza Cemaco y Unicentro, pero no, lo que hay es un concesionario de Toyota, con muchos árboles y jardines. A la derecha canal 11 y su unidad móvil que estuvo oxidándose por años pero que parece que funciona y hasta nueva se ve, que raro. Seguimos y después del semáforo de la 14 calle donde debería estar
Pero antes de jugar entro a la casa, la puerta de malla, y allí están todos. Todos, hasta los que sé que ya se fueron. La sensación me reconforta. Los abrazo a todos, sobre todo a los que sé en lo profundo de la conciencia escondida que ya se fueron. Salgo corriendo a jugar.
Cuando voy a meter un gol, siento que alguien me mueve. Pierdo de vista la portería, seguro que la pelota no entra. Pero estoy en otra parte. Me despierta el ayudante del ruletero. Me pasé de mi parada y fui a dar a la última. Vaya gracia, caminar de regreso como 8 cuadras. Poco a poco regreso de mi viaje. Suena un celular. Allí esta el centro comercial