Antecedentes: Un par de años antes habían cambiado a las autoridades del Colegio de Infantes. El Padre Cristóbal se iba luego de más de 30 años de rectorado ejemplar. Los nuevos, un cura joven y su junta directiva, nunca entendieron lo que era ser parte del Colegio de Infantes. Se suprimieron muchas actividades. La última semana de agosto, todo Segundo Básico, incluyéndome, fue expulsado después de un retiro espiritual. Las autoridades prohibían al Bicentenario desfilar en el aniversario de
Atendiendo al llamado y desatendiendo la prohibición de las autoridades del colegio, me presenté aquel domingo 15 de septiembre de 1991 en
De uno en uno fuimos juntando tercias y luego pelotones, hasta formar una Compañía, comandada por Montufar García-Granados. Don Marco Antonio Cevallos nos prestó su Bandera de Guatemala. Y una banda reducida en instrumentos, con un solo bombo que
A eso del medio día, pasamos frente a Palacio Nacional, con nuestro uniforme brillante y con aquel lazo negro significando el luto que llevábamos en nuestras almas. La gente nos aplaudió con el corazón, sabiendo las complicaciones que llevábamos encima.
Formamos abriendo los intervalos en columna y marchamos a Paso Alemán, poniendo el alma en cada pisada que dábamos. Así, sin darnos cuenta, sin sentir el cansancio, llegamos a
Enfilamos la séptima avenida, y sonaba en solitario el redoble de
Cuando llegamos a la 13 calle, la grandeza se sentía. La gente lloraba, yo los ví, yo los ví, mientras mantenía mis brazadas en alto, cómo la gente derramaba lágrimas de orgullo viendo al Glorioso Batallón Gris y Blanco desfilar. Y saludamos al punto mas importante del desfile, después del Palacio Nacional, aquella cuadra de
El Colegio San Sebastián, rival eterno pero apoyo en ese tiempo de oscuridad, nos ofreció sus instalaciones para ir a cantar el Himno de Guatemala y el Himno del Colegio. Y allá fuimos, con nuestra gallardía, con nuestro honor, con nuestro orgullo, tragándonos las lágrimas de sentimiento que nos salieron. Hubo gente que abandonó el Batallón Gris y Blanco antes de seguir hasta el San Sebastián. Imposible culparlos, pero muchos otros seguimos con los huevos en la mano. Sabiendo que durante todo el recorrido había cámaras ingratas que nos fotografiaron para luego emitir represalias, incluyendo un nefasto helicóptero que nos sobrevoló, filmándonos. Eso no importaba. Lo que importaba era que íbamos allí, desfilando por aquella institución educativa que nos formó y por el cumpleaños de
Yo recuerdo como mi viejo que Dios tenga en su gloria me llevó de vuelta a casa, extenuado, adolorido, pero feliz de haber estado allí. Satisfecho de hacer mí parte.
Una semana después, en Palacio Arzobispal, un ya lejano 20 de septiembre, las madres rezaban un rosario y nosotros, en pleno apagón por los racionamientos energéticos de aquel tiempo, cantábamos consignas en apoyo al Colegio. El Arzobispo Próspero Penados del Barrio anunciaba el cambio de dirección. Aquel lunes 23 de Septiembre
Ese fue un año que nos marcó.
Yo tuve la suerte de ir al centro de la primera fila de aquel tercer pelotón en columna, justo atrás del comandante de pelotón, aunque no recuerdo quien fue. A todos aquellos compañeros que marcharon hombro con hombro, hombría con hombría, quiero enviarles un abrazo. Que Dios y San José los premien por aquel esfuerzo.
Salud!!!