Walter
19 de julio 1995 – 26 de Marzo de 2007
Grande, Gordo, grande. Y mirá que nos vas a hacer falta, a muchas personas. Pero me alegra que ya no te duela Gordo, me alegra que ya no te joda ese ingrato cáncer, y me alegra que ya estés en el cielo de los perros, porque como aquella caricatura de hace años decía, “Todos los perros se van al cielo”, vos en particular sos de los que te pusieron alfombra roja Gordo, así de especial como eras.
Adios Gordo, que se me hace un nudo en la garganta cuando lo digo, pero te vamos a extrañar y mucho.
Cuando me contaron que te habías ido Gordo, me puse a pensar en lo alegre y divertido que eras. Me estaba acordando cuando cantábamos a dúo, vos aullando con emoción siguiendo la melodía. También estaba recordando lo exigente e impaciente que eras a la hora de comer, y mirá que siempre me dieron cosquillas tus trompazos en la pierna para que se me “cayera” algún pedacito de pollo de la mesa, bueno, de pollo o de lo que fuera, porque si para algo eras bueno también, era para comer. Que grande Gordo.
Me estaba acordando de tu andar presumido y de tu altanería con los demás. Único Gordo, de verdad. De cómo te paseabas primero allá en Madrid y después aquí en Caracas sabiendo que podías con cualquiera, y si no que le pregunten a aquel condenado samoyedo, que aunque era el doble de tu tamaño, lo mandaste a la veterinaria y a su dueña al hospital con pedazo de mordida en la rodilla, porque el muy cabrón pretendió atacar a tu hermanito, el gran Dexter. Ese día que la dueña del samoyedo llegó al apartamento buscando tu libro de vacunas yo pasé como dos horas pensando que hasta con la policía iba a llegar.
También me estaba acordando de cuando caminábamos hasta el parque y los días que te teníamos que llevar en brazos por aquel pincho que se te metió en la pata y no podías caminar después de que te lo sacaron. Allá íbamos con tus 16 kilotes de alegría encima. La mayoría de las veces te cargué yo, otras Cristina y hasta Juana te llevó en brazos algunas veces, mirá que ella también te va a echar de menos y mucho.
Y donde quedan nuestras grandes dormidas en invierno, con la ventana un poco abierta para que hiciera mas frío y poder abrigarnos mejor. O las siestas después de comer. O todas las veces que te hablaba y vos me mirabas con esos ojotes tan expresivos y que decía que sí me estabas entendiendo. De verdad que eras grande Gordo.
Bueno, a vos Gordo, que aparte de mi familia y junto con Dexter fuiste mi primer amigo al llegar a España, que muchas veces me acompañaste y me alegraste cuando yo estaba reaccionando ante el hecho de que había dejado mi vida y mi gente atrás, a vos Gordo, solo quiero decirte gracias, fuiste un perro muy especial, y serás recordado siempre. Tuve la suerte de conocerte y estar con vos tus últimos 5 años de vida, pero ese fue tiempo más que suficiente para no olvidarte nunca Gordo. Que estés feliz y comiendo todo lo que querrás en el cielo de los perros.